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Mefistófeles, fuera de las joyas que lleva de presente a Margarita, apenas emplea más medios para ayudar a la seducción, que los que podría emplear un lacayo listo de nuestras antiguas comedias de capa y espada. Así es y así debe ser.

Aquella chica era la doncella de Margarita de Algalia, y como Josefina tenía su servidumbre aparte, lo lógico era que aquella ropa fuese también de la duquesa. Dudó un momento, y atreviéndose por fin, quiso ver resuelta su sospecha. ¿De quién son esos trajes? preguntó a la doncella.

Margarita estaba sentada ante una mesilla de valiosas incrustaciones, colocada delante de un balcón y sobre la cual, sostenido por dos amorcillos de bronce, había un espejo bastante grande para retratar entre sus abiselados bordes la cabeza de la hermosa dama, a quien una doncella sujetaba con dos horquillas de oro el rodete bajo en que, según la moda, estaba recogido el pelo después de ondular ligeramente hacia las sienes.

Otras veces las limosnas que hacía la duquesa ocupaban su imaginación, hasta el punto de amortiguar todos sus pensamientos. Margarita quiso solemnizar la senaduría concedida a su esposo dando a los pobres una gruesa suma, y Lázaro fue el encargado de distribuirla.

Julio se impacientó con las molestias de este amor errante, sin otro resultado que algunos besos furtivos. Pero callaba al fin, dominado por las palabras suplicantes de Margarita. No quería ser suya como una de tantas: necesitaba convencerse de que este amor iba á durar siempre.

La señora... o más bien Margarita de Schminspaen, era sirvienta, y yo lacayo, en Bruselas, en casa del conde de Bruinsteen, un hombre gastado y loco que se pasaba ocho meses del año en su sillón, paralizado por la gota. Margarita, por medio de halagos y adulaciones, lo tenía dominado por completo.

La mirada del hombre no pudo hablar mejor; el silencio de la mujer no pudo decir más. Al entrar Josefina estrechó a Lázaro la mano y abrazó a su madre. De allí a poco el cura y la niña conocieron que Margarita quería estar sola, y saliendo cada uno por distinto lado, la dejaron.

Apertura de una nueva campada. Presas hechas por la escuadrilla de Bolívar. Su acogida en Margarita. Expedicion á Costa-Firme. Decretos dados por Bolívar en Ocumare. Sucesos de Güiria. Emigracion á Haiti. MacGregor y Piar. Nueva expedicion de Bolívar. Desembarco en Juan Griego. Nueva-Granada en poder de Morillo. Reúnense en Venezuela algunos elementos dispersos. Nombramientos inútiles.

Aunque Margarita tenga la certidumbre de que el narcótico no hará mal a su madre, ¿no es todavía horrible que se le , y que luego la tenga a su lado, en aquel sueño violento, en aquel remedo de la muerte, mientras ella se goza con el hombre a quien ama? En todo linaje de pecados hay su más y su menos.

Para ejercitarse en la humildad, al tenor de lo que practicaba muy a menudo la santa reina de Escocia, Margarita, hizo venir en secreto algunos pordioseros a su cuarto y les lavó los pies con el mayor esmero. Cada uno de estos actos piadosos le llenaba de una santa e íntima alegría que jamás había experimentado anteriormente.