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De allende los mares vino un rumor que propalaba que en otras ciudades había palacios y parterres, con flores, pájaros y fuentes, y Manila quiso tenerlos.

Eran, en su mayor parte, antiguos capitanes de buque, que después de haber rodado por todos los mares y haber resistido firmemente los huracanes de la vida, habían al fin echado el ancla en este tranquilo rincón del mundo, en donde con muy poco que los perturbara, excepto los terrores periódicos de una elección presidencial, que podría dejarlos cesantes, tenían asegurada la subsistencia y hasta casi una prolongación de la vida; porque si bien tan expuestos como los otros mortales á los achaques de los años y sus enfermedades, tenían evidentemente algún talismán, amuleto ó algo por el estilo, que parecía demorar la catástrofe inevitable.

Bien que se eligiera el río Calauag, ó bien el de Viñas que se encuentra algo más al Norte, la unión entre los dos ríos sería trabajo de legua y media á dos de canal, confundiéndose en este las ondas de ambos mares.

Esos grandes rasgos de la vida de los mares, observados recientemente, eran, no obstante, tan visibles como los continentes mismos. Nuestra poderosa arteria Atlántica y su hermana la arteria Indica bastante se daban á conocer en el color.

Saturno entra en el salón, saludando a diestro y siniestro, y aunque parece que su propósito es enterarse de quién está allí, en el fuero interno bien sabe él que lo que busca es un rincón de un diván o una silla, que le sirva de puerto en aquella arriesgada navegación por los mares del gran mundo.

Además en 1779 se declaró la guerra entre España e Inglaterra, y reiterados avisos de Europa afirmaban al nuevo virrey que la reina de los mares alistaba una flota con destino al Pacífico.

Un viejo marinero, de barba blanca, piel bronceada y curtida por el sol y los vientos de los mares tropicales, y que empuñaba la caña del timón, dijo: La veo, Capitán. Aunque tengo sesenta años, aún conservo la vista.

Lo que cada vez tenía más disgustado á Traga-santos, era el profundo egoísmo y hasta la falta de sentido común con que muchos acudían á la ermita, viendo que, por ejemplo, á un mismo tiempo pedía uno que lloviese á mares y otro que la sequía achicharrase los campos.....

En otras ocasiones, el Océano brumoso se reparte en mares distintos y deja ver por sus desgarraduras el fondo de los valles como un mundo inferior que nada tiene de la suave serenidad de las cimas.

¡Dichosos aquellos hombres, que escapados por fortuna de la general esclavitud, echaron sobre las cumbres del Uruel la primera raíz de aquel árbol que fragante y pomposo, había de extender su sombra hasta los cristalinos mares de Sicilia y Constantinopla! ¡Preciosa tradición que repite en su murmullo el torrente al precipitarse de lo alto de las nevadas montañas!