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¡Bueno está!, pero, aunque sea mi madre, no por eso ha de tener en casa al primero que se presenta. No; sino dejarle morir a la puerta, como si fuera un perro dijo la anciana . ¿No es eso? Pero madre repuso Manuel , ¿es mi casa algún hospital? No; pero es la casa de un cristiano; y si hubieras estado aquí, hubieras hecho lo mismo que yo.

Esos son delirios, Señor Don Juan Manuel. ¡Piedra, levántate! ¡Don Juan Manuel somos viejos! Somos viejos y la vejez no tiene fuerzas. En otro tiempo no digo que no la hubiésemos levantado.... Y ahora también. Somos viejos. Mayor peso llevo sobre los hombros. Y el que nunca se dobló, se dobla. , me doblo, y sólo anhelo dejar la vida, Don Manuelito.

Manuel la abrazó con fuerza, como quien se apodera de algo propio largamente codiciado, y ella se dejó estrechar sin sustraerse al legítimo halago. ¿Pero qué engaño ha sido este? preguntó él, trémulo de gozo, viendo su rostro sin la menor señal de la mentida enfermedad. Quise saber repuso ella hasta dónde llegaba tu cariño. ¿Pero y tus ojos y tu ceguera?

Desde la última vez que le vimos, D. Manuel Rivera había envejecido bastante en realidad, en apariencia muy poco; el vientre le había crecido, las patas de gallo se habían acentuado, el cabello y la barba estaban poblados de canas. Mas como acudía, casi tan pronto como su compañero el mayor del Consejo, al reparo de estos mandobles del tiempo, amortiguaba su fuerza y la herida apenas se mostraba.

Y lo firmaron, de que doy . Juan José Lezica Martin Gregorio Yaniz Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian Leiva Licenciado, D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.

Algunas tardes, cuando Pez y Rosalía no podían salir a la terraza a causa del mal tiempo, los tres tertuliaban en Gasparini. Tenían que oír los elogios que D. Manuel hacía de la estupenda obra de su amigo.

En los últimos años de la Revolución, D. Manuel Pez diole un destinillo en el Gobierno civil, y él lo aceptó como ayuda hasta que vinieran tiempos mejores; pero estaba descontento, no sólo por lo mezquino del sueldo, sino por razones de dignidad.

Don José de Lamar, gran mariscal, y Don Manuel Salazar y Barquijano fueron elegidos, el primero como Presidente y el segundo como Vice-Presidente de la República. Tales fueron los hechos mas notables ó importantes de la América del Sud en este año. En el siguiente de 1828 dos eran los grandes partidos que se agitaban en el seno de la Colombia.

D. Francisco Xavier Pizarro, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Sr. D. José María Cabrer, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes.

Cuando llegó a Rucanto la niña de Luzmela, la recibieron los sobrinos de don Manuel con indiferencia sublime, mirándola de hito en hito...; ¡fué aquella la primera vez que bajó los ojos turbada delante de su nueva familia!...