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Cristeta tenía que salir con el pelo suelto, corpiño liso, muy escotado, de raso azul eléctrico, zapatos de lo mismo, nada en los brazos y en las piernas mallas hasta la cintura; es decir, desnuda: porque aunque de sus carnes sólo habrían de verse el escote y brazos, todas las líneas y prominencias del cuerpo quedaban de manifiesto.

El sol hacía brillar su almete y las mallas de su cota y sobre el hombro se veía la extremidad del enorme arco de guerra. Junto á él estaba el gigantesco Tristán, llevando todavía la raida vestimenta del batanero de Léminton. Momentos después siguieron ambos su camino y Roger tomó á buen paso el de la granja de su hermano.

Provinciano de éstos había capaz de renunciar a la esperada credencial con tal de poder contar en su pueblo que había sido dueño de cualquiera de aquellas infelices, condenadas a estar siempre haciendo muecas voluptuosas con la cara pintada y trenzados con las piernas presas en las desvergonzadas mallas.

Los bayones que tejen sus mujeres, la cera silvestre que producen las salvajes abejas de sus bosques, y la gran variedad de pescados que recogen las mallas de la red, ó las entrelazadas celosías de los corrales, completan los productos de Cotta, que dista como ya hemos dicho, dos leguas y cuarto de la cabecera. Estancia en Tayabas. El archivo del Gobierno.

Durante aquellos dos meses, no es solo el halago lo que las rodea, sino que también un lujo que no han visto ni soñado jamás. Su corto y áspero patadión se transforma en la crujiente falda de gró, sus piés los aprisionan diminutas botitas de raso, sus piernas se recubren de finas mallas, y en sus hombros, y entre las negrísimas hebras de su cabellera, descansan perlas y brillantes.

Después ordenábamos su colección de armas, los cascos de oro con anchas carrilleras, las corazas, las cotas de mallas y esos largos sables de mandoble que requirieron su caballero templario y con los cuales puede abrirse el vientre tan bien.

MÁXIMO. Y este orden social en que vivimos nos envolverá en una red de mentiras y de argucias, y en esa red pereceremos ahogados, sin defensa alguna... manos y cuello cogidos en las mallas de mil y mil leyes caprichosas, de mil y mil voluntades falaces, aleves, corrompidas.

Las rizadas hebras que adornaban á Lola se esparcían sobre su sonrosado seno, cuya blancura se confundía con las purísimas mallas del encaje que resguardaba los encantos de la virgen: la suelta cabellera de Hasay, negra cual el palacio de la noche, destacaba las cobrizas y mórbidas formas en que descansaba.

Dice algunas palabras en voz baja a la criada; luego entran en el estudio: las damas, en peplo y traje de mallas, toman el te con unas amigas más vestidas. A la entrada de Terpsy se levantan. TERPSY. ¡Señoras...! ¡Al altar...! Todas suben a un pequeño tablado. Y de súbito, golpeando a un Baco imaginario, las jóvenes se precipitan.

Notaba en él la mano adicta de Pep y la gracia de Margalida. Jaime se fijaba en lo nítido de las paredes, en la limpieza de las tres sillas y la mesa de tablas, muebles fregoteados por la hija de su antiguo arrendatario. Unos aparejos de pesca extendían sus mallas por los muros con ondulaciones de tapiz. Más allá colgaban la escopeta y un bolso de municiones.