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El día que no había comida de campo había cena en la casa hasta la madrugada. La vecindad estaba escandalizada. La policía rondaba. Villalonga y yo como dos insensatos... ¡Ay, qué par de apuntes!... Pero hijo, está lloviendo... a me ha caído una gota en la punta de la nariz... ¿Ves?... Aprisita, que nos mojamos.

Si helaba, levantábase de madrugada y dejaba atónitos a los de casa saliendo al corredor en mangas de camisa, lavándose todo el cuerpo con el agua que se hacía sacar de las pilas de mármol, después de roto el hielo.

Y los valles se sucedían unos a otros; el trineo subía, bajaba, volvía a la derecha, después a la izquierda, y los guerrilleros, con la bayoneta calada, seguían la marcha sin detenerse. De este modo caminaron todos hasta las tres de la madrugada, en que llegaron a la pradera de Brimbelles, sitio en el cual se ve hoy todavía una hermosa encina que avanza sobre el camino, al dar la vuelta al valle.

De otro modo no puede explicarse cómo amaneció de pronto, en cuanto ella dijera que algunas veces amanecía en la ciudad. Todos los habitantes se metieron en sus cuevas y en sus sepulcros al aparecer la luz indiscreta. Como era la madrugada, la ciudad parecía un cementerio. No bien se abra una iglesia, entramos a casarnos murmuró Nanela. Claro.

El ministerio parroquial está á cargo de la orden de San Francisco. Lucban ha pasado en estos últimos años por un sin número de vicisitudes. La noche del 18 de Agosto de 1860 y la madrugada del 25 de Octubre de 1873, son dos fechas imperecederas que recordará Lucban mientras exista.

Aquí la ha pasado, quiero decir, aquí ha pasado la madrugada, porque el galopín Aldaba le trajo á las tres. ¡Ah! ¿conque ha salido á las tres de palacio mi sobrino? ¡De palacio! ¿He dicho de palacio?... eso es... ¿habrá estado en casa?... , cierto... En vuestra casa mientras vos habéis estado fuera, no ha estado nadie más que la justicia... , ; ya me ha dicho mi mujer...

Algunas noches mucha suerte, y otras barranca abajo... ¿Se acuerda usted de aquellos veinte nacionales que vine a pedirle esa madrugada... que salí después?

Cabalmente he venido tan de madrugada, por averiguar de sus sirvientes, mientras ustedes descansaban, qué era lo que habían echado más en falta anoche, para disponer con tiempo el remedio. ¡Cómo había de sospechar yo que después de las fatigas del viaje?...

Además, jugó fuerte en el club hasta la madrugada, en busca de fugitivas ganancias. ¡Ay, su amor!, ¡su pobre amor humillado y envilecido por las preocupaciones del dinero!... ¡Adiós las inconsciencias del pájaro errante, el desprecio por las previsiones del mañana!... Sus besos tenían muchas veces el crispamiento de caricias desesperadas; quedábanse de pronto absortos los dos y tenían miedo de preguntarse en qué pensaban.

¿Y después? continuó la joven con su misma sonrisa graciosa e impasible. Y después... que para sentar desde luego los precedentes de esta independencia que reclamo... os pido permiso para ir a dar una vuelta al círculo... por supuesto, si eso no os contraría demasiado. Eso no me importa nada, amigo mío. Debo añadir que entraré probablemente un poco tarde... hacia la madrugada.