United States or Poland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Una muy grandona que tenía en la mano el otro día, a la puerta de su casa. ¿Y qué nos haría con ella, ?... ¡Madre de Dios!... Como estamos aquí solas y en medio de este bosque... ¿Quieres que nos vayamos a casa?... ¡Para ella estaba! dijo con desenvoltura una mayorzuela que había oído estas observaciones . ¡Miedosas, más que miedosas!... ¡Pues juega con ella si no!

Y Julî se despertaba, se incorporaba sobre su petate, se pasaba las manos por la frente para recoger su cabellera: ¡frío sudor, como el sudor de la muerte, la humedecía! ¡Madre, madre! sollozaba.

Pasando de un ventanal a otro para ver mejor la llegada de las olas, Ojeda se encontró al lado de Mina. La rubia cabeza de Karl, que se agitaba con sonoras risas a cada golpe de mar, le hizo fijarse en la mujer que estaba detrás sosteniéndolo entre sus brazos. Como si le avisase el magnetismo de una mirada fija en sus espaldas, la madre volvió la cabeza, palideciendo al reconocer a Fernando.

Alfonso, su esposa y su madre política, han partido para Italia después de la ceremonia, yendo a ocupar en Nápoles su puesto junto al duque de Narbona. Me he llevado conmigo a mi pobre Cesarina hasta. Mâcón, a fin de consultar por su salud con los médicos de Lyón; se encuentra algo enferma: Dios parece que quiere mandarme algunas penas proporcionadas a mi felicidad.

El niño recordó entonces escenas análogas, pero cuyo teatro era la cocina de los Pazos, y las víctimas su madre y él: el señorito tenía entonces la misma cara, idéntico tono de voz. Y en medio de la confusión de su tierno cerebro, de los terrores que se reunían para apocarlo, una idea, superior a todas, se levantó triunfante.

No los conocía menos el Cura, seguramente; pero aunque allá se andaban los dos en el modo de sentir y de saborear la tierra madre, eran más numerosos los «registros» del médico, y más varia, por consiguiente, la música de su conversación. Ya en el valle, tomamos derechamente hacia el pueblo que había dado origen a la porfía entre mi tío y Neluco.

El viejo le atajó con gran viveza la palabra: ¿Lo ves?... ¿Lo ves cómo la Virgen Nuestra Señora te concedió la misericordia?... Yo se lo pedía, se lo pedía y sin dejar de sonreír cruzaba las manos y las levantaba, mirando al cielo con expresión beatífica , porque me dijo Miguelito Tacón hace algún tiempo, cuando lo vi en Cuba de capitán general, el año treinta y cinco, que andabas..., vamos..., un poco alegre... ¡Y mira qué buena fue nuestra Madre!... ¡Porque lo viese yo, me ha conservado ochenta y seis años, Perico, ochenta y seis años!... , por cierto...

No lo digo porque sea usted su padre, pero no he hallado en ninguna parte una muchacha más hermosa, más sencilla y al mismo tiempo mejor educada... ¡Eso ! ¡Bien criada ! En ese punto ni su madre ni yo nos hemos descuidado.

La madre de Nicolasa había sido tremenda, dominante, feroz: una Doña Blanca á lo rústico; mientras que Juana, la segunda mujer del tío Gorico, era la propia dulzura, sometida siempre á su marido, quien á su vez no hacía más que lo que á Nicolasa se le ocurría. Nicolasa lo podía y mandaba todo en casa de su padre, menos impedir que el tío Gorico dejase de beber bebida blanca.

De este modo la niña se hizo tan antipática a sus condiscípulas, como su madre a cuantos se la aproximaban. Por eso la retiraron del colegio y la enviaron a la escuela pública, donde, según el parecer de Juana, no la enseñaban tanto, pero se la miraba «con el respeto debido».