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Solía decir a su discípulo: Pregunta, pregunta, hijo mío, que no he de ser yo quien te esconda lo poco que he cosechado en los libros; pero no olvides que de nada te han de valer en Purgatorio estas migajas de ciencia que nos dejaron los sabios cristianos y gentiles. Buscaba siempre inculcarle el desprecio del mundo, y poseía para ello, como pocos, la elocuencia del ascetismo.

Acaso he sido imprudente dijo el bufón estremeciéndose , acaso he sido injusto; ¡Dios mío! cuando se trata de ella me vuelvo loco. El tío Manolillo volvió á tomar en silencio el camino de su mechinal. Antes de llegar á su puerta se detuvo. Es necesario que yo vea dijo qué gentes andan por aquí esta noche.

La perfidia, la enemistad, errores irreparables, su orgullo y el mío, nos separaban para siempre. ¡Sea! ¡pero nada impedirá á este corazón vivir y morir por ella! Por lo que respecta al señor de Bevallan, no sentía odio alguno contra él; no lo merece. Es un alma vulgar pero inofensiva.

muy bien que voy a darte una pena... pero, óyeme... Y fingiendo disgusto y como amenazándome, tomó una violeta de larguísimo tallo, y con ella me azotó el rostro cariñosamente, agregando: Me oirá usted, señor mío, o.... ¡No vuelvo a mirarte así, como a te gusta! Así.... Y clavó en mis ojos una mirada apasionada y profunda. Te oiré, alma mía, repuse si así lo quieres....

»¿No lo hace así el propio Dios de cuyo amor inmenso participan también los que no le aman, Dios que no es otra cosa que un gran corazón paternal? »Queda así, pues, decidido: dentro de tres meses Magdalena será la esposa de Amaury, a no ser que... »¡Oh! ¡Dios mío! no me atrevo a proseguir...» Así era en efecto.

¿Mi partida? ¡Dios mío! eso podría usted decirlo a Platel, a d'Ornay; no hay ahí motivo para ruborizarse; pero yo estoy triste, profundamente triste al separarme de usted. Ninguna partida es alegre; a me habría gustado que usted se quedase todavía... ¿Cierto? ¿Por qué no retenerme entonces? Usted se hace un poco exigente respecto a demostraciones amistosas.

R. Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid, II, 858: "Hijos, yo soy la mujer Del mundo más desdichada. Vuestra madre solía ser, Ya soy madrastra culpada..." Lope, Embustes Celauro, B. A. E., XXIV, 103 a: "¡Triste! ¡Qué habemos de hacer Muerta aquella que solía Ser alma por quien vivía..." Idem, íd., 107 a: "¿Cuántas muelas solía vuestra merced tener en esta parte?" Quijote, 1.^a, XVIII.

En todo Burdeos no hay doncel más hambriento. Si las espuelas de caballero y los ricos cargos se ganasen con el estómago, serías ya lo menos condestable. Pues digo, que si se ganasen empinando el codo, Rodolfito mío, te tendríamos de canciller hace años. Basta de charla, exclamó otro, y que hablen los escuderos de Morel. ¿Qué se dice por Inglaterra, mocitos?

El amor mío, si hubiese llegado a ser hacia Juan Maury exclusivo y profundo, hubiera tenido que romper dolorosamente el lazo que a mi bienhechor y protector me ligaba; hubiera sido para D. Joaquín horrible infortunio: todo el bien, todo el contento y el reposo y toda la superior serenidad hasta donde había yo logrado elevar su espíritu, hubieran venido a desvanecerse o a hundirse en negro abismo.

De pronto, el Conde, dirigiéndose a los que le rodeaban, dijo: «Señores: declaro que he sido herido legalmente por el señor Carlos Broschi en un duelo a que yo le he provocado. Les pido, pues, amigos míos, y a mi esposa, en quien reconozco el amor y la fidelidad en todos sus deberes, que no persigan ni importunen a nadie por mi muerte. ¡Y usted, padre mío, bendígame