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Doña Isabel que estaba casada con el principe don Fernando de Aragon, monarca en quien se juntaron luego las coronas de este reino i la de Castilla, logró superar en gran parte la oposicion que el de Portugal hacia á los derechos de su consorte, i así con mas seguridad continuó rigiendo el cetro de tan vasta monarquía.

A lo que se cuenta, cierto oficial de Caballería que vino por aquellos lugares a comprar caballos para la Remonta, y que era guapísimo y muy gracioso y divertido, se enamoró de Juana y logró enamorarla.

Esta eminente señora había conseguido con una saludable energía que su marido no arruinase a la familia y los echase a todos por puertas. Antes que desbaratase su hacienda logró que se le privase judicialmente de la administración de los bienes y se le encomendase a ella. No es fácil representarse la firmeza con que doña Brígida empuñó las riendas de la casa.

Todos, pues, cooperaron con celo y desinteres al logro de establecer esa comunicacion semanal, tan útil y ventajosa por tantos títulos para el gobierno y para el comercio.

Cuando se le metía en la cabeza, en aquella cabeza como un puño, mal amasada, un bromazo como el que tenía proyectado, andaba inquieto, afanoso, lo mismo que el poeta o el pintor que tienen una obra entre manos. Después de varios días de machacar por él logró al fin, casi, casi, decidir al indiano.

Mucho discurrió Bonifacio, pero no logró dar en el quid de que su mujer, dándose por medio difunta, tuviera aquellas reconditeces nada despreciables, aunque pálidas y de una suavidad que, al acercar la piel a la condición del raso, la separaba de ciertas cualidades de la materia viva.

La causa principal de la retirada había quedado oculta. El rey procuró y logró que se ocultase para que su gente no desmayara. Un dardo enemigo había atravesado su muslo derecho. De la honda herida manaba mucha sangre, y el rey apenas podía tenerse en pie.

El otro bandido, cuyos ojos delataban el miedo que se había apoderado de él, hizo esfuerzos desesperados por rechazar á Roger, pero éste logró al fin derribarlo y sujetarlo firmemente, contando recibir pronto refuerzo.

Consiguieron detenerlos en el campo de la Verdad, y luego por mediacion de personas piadosas y prudentes se logró que volviesen á Córdoba y que el corregidor cesase en su tema. Habiendo querido visitar el obispo el hospital de S. Sebastian y el santuario de la Fuensanta, se opuso el cabildo como patrono y fundador.

Un teniente que apareció en la carretera, preguntó: ¿Qué hay, sargento? Traemos prisioneros a un general carlista y a dos monjas. Martín se preguntó por qué le llamaba el sargento general carlista; pero, al ver que el teniente le saludaba, comprendió que el uniforme, cogido por él en Estella, era de un general. CÓMO LLEGARON A LOGRO