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Yo he llorado mucho durante el día de hoy. 29 de octubre. A mi llegada a Mâcón he recibido tristes noticias de mi pobre madre. Mi hermano se ha visto obligado a dejar el empleo que tenía en Inglaterra, con motivo de la guerra, y otra vez vuelve a ser una pesada carga para mi madre, que está vendiendo lo que resta de nuestra posesión de Rieux para pagar las deudas contraídas durante sus viajes.

Cuando D. Juan, después de adoptar una violenta resolución, subió a despertarla, al encender la luz hallola con los ojos secos y brillantes, sin apariencias de haber dormido ni de haber llorado.

En el Congreso de Diputados, poco menos; y tomando motivo de estos actos, nuevos ditirambos de la prensa periódica al «llorado prócer». Por último, su retrato en la primera plana de La Ilustración, con la correspondiente biografía un poco más adentro... y una elegía elegantemente triste del poeta Aljófar.

Ana había resuelto acercarse también, levantar el velo ante la red de tablillas oblicuas, y a través de aquellos agujeros pedir el perdón de Dios y el del hermano del alma, y si el perdón no era posible, pedir la penitencia sin el perdón, pedir a fe perdida o adormecida o quebrantada, no sabía qué, pedir la fe aunque fuera con el terror del infierno.... Quería llorar allí, donde había llorado tantas veces, unas con amargura, otras sonriendo de placer entre las lágrimas; quería encontrar al Magistral de aquellos días en que ella le juzgaba emisario de Dios, quería fe, quería caridad... y después el castigo de sus pecados, si más castigo merecía que aquella obscuridad y aquel sopor del alma....

Viene a implorar su perdón. Se equivoca usted; viene por dinero repuso sonriendo ya forzadamente. El P. Gil permaneció un instante silencioso y dijo al cabo: No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que está arrepentida... Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia. Un relámpago de ira pasó por los ojos del hidalgo.

Salí al campo cantando una mañana, y vi sobre su alfombra una siembra de gotas cristalinas, de polícromas gotas. ¿Quién había llorado aquella noche? ¿Fueron, quizá, las sombras? ¿Fueron, quizá, los astros? ¿Fuera, quizá, la luna soñadora...? No , no quién fuera, pero lágrimas eran tales gotas; lágrimas transparentes y de luces radiantes como auroras...! Dicen que tienen alma las estrellas; mas, ¿por qué lloran?

Lo único que le diré es que la religión y el tiempo la curarán de este mal: la religión elevando su espíritu y haciéndole ver una segunda vida de premio y descanso donde los que hemos llorado seremos consolados, donde los que tuvimos hambre y sed de justicia seremos hartos; el tiempo, pasando su mano suave, suave, por estas nuestras heridas y cerrándolas poco a poco. Usted es aún muy joven.

, Mercedes, que has sufrido y has llorado y has sentido, despues de oir mis informes, piensa en lo que me has oido y dime: ¿estamos conformes?

Me apeé próximo ya a la aldea: el coche siguió por la carretera y yo tomé un camino de travesía que me condujo a mi casa por las marismas. Hacía cuatro días y cuatro noches que un dolor fijo refrenaba mi corazón y me tenía los ojos tan secos como si jamás hubiera llorado.

Al echar una mirada a su doncella reflejada en el espejo, creyó observar algo extraño en sus ojos. Se volvió para mejor verlo. En efecto, Estefanía los tenía enrojecidos. ¡ has llorado, chica! ¿Yo?... No, señora, no. La manera de negarlo era hipócrita. La señora no tuvo necesidad de insistir mucho para que se lo confesase y aun la causa de su llanto.