United States or Chile ? Vote for the TOP Country of the Week !


Si hubiera tenido un hijo ... ¡mío! le hubiera adorado! ¡Cuántas veces he llorado de pena y de cólera al pasar por los jardines donde jugaban los niños á la vista de sus madres!... La envidia, el pesar me oprimían el corazón y achacaba la responsabilidad de mis torturas al que había desbaratado mis proyectos y destruído mi porvenir. ¡Y eres el que me acusa de no haber amado! ¡!

Recordando que él también había creído, recordando el alma ingenua que había muerto en él, ante la esperanza de poder creer todavía para sentirse más cerca de ella, para comunicarse con ella, ¡cómo había llorado, envuelto en una tranquila tristeza, en tímido gozo!

Sólo te pido, ahogando mis lamentos, por la misma crueldad con que condenas un débil sér á bárbaros tormentos, que en arrojes dolor á manos llenas, porque nunca me falten pensamientos para cantar tus obras y mis penas. Hija, ¿qué te diria que fuera de mi amor vivo traslado?... Dos palabras no más; oye: ¡hija mía! ¿Es poco?... Al escribirlas he llorado.

Cabalmente llevaba encargo de don Adrián, muy encarecido y casi llorado, de interceder por ellos, de suavizar asperezas, y propósito muy bien hecho de complacer al bendito boticario, por creerlo conveniente y hasta de justicia. ¡En mal hora lo intentó!

Me decía, con palabras finas, incomparables, con una suavidad delicada, y como rendida a , que al menos le dejara la dulzura de verme y hablarme por última vez. ¡Ah! ¿Por qué me llamaba así? Fui. Sus ojos estaban húmedos. ¿Había llorado? No ; al verme se rió por largo rato. Esto sucedía en casa de Charito González. supondrás que se reía de júbilo por la idea de que yo desistía del viaje.

Y don Pablo contó el empleo de su día: De aquí, sin querer ver a ese desventurado niño, porque no podría verle, Casilda, no podría verle... ¡me ha destrozado el corazón! me fuí en busca del habilitado y del subsecretario y les dije no qué: hasta creo que he llorado... Mi intención era pedir un adelanto que, unido a lo que has recaudado con las alhajitas, pudiéramos ofrecerle a ese caimán de prestamista, que ya se contentaría con una parte ahora... y si no se contentaba, menudo escándalo le armaba yo, por andar en semejantes tratos con menores de edad; pues nada, hija; me hicieron tanto caso, como a un perro: que no podía ser, que la acefalía del Ministerio... ¡Mira por donde vine a lamentar no estuviera Eneene en su poltrona!

Carmen había llorado sobre aquel noble corazón con un silencioso llanto contenido y acerbo, que era acaso, más que el desahogo del dolor presente, el presentimiento agudo del futuro dolor. Todo cuanto te ocurra, me lo contarás le había suplicado el joven . Si sufres, si necesitas algo, me lo dirás en seguida; prométemelo. Ella le miró fijamente a los ojos y preguntóle: ¿Lo mandó mi padrino?

Me he arrojado en sus brazos, me he embriagado con sus besos, he llorado hasta la saciedad sobre su hombro. Estoy serena, enteramente serena, he probado todo lo que la vida podía todavía ofrecer de felicidad a una pecadora como yo. ¿Y ahora? Desde hace horas, me encuentro frente a esta última y grave cuestión: ¡huir o morir!

Adriana tuvo la sensación viva de todo lo que se había llorado en la casa durante la espantosa semana transcurrida. Y se sintió oprimida, avasallada por aquel dolor común. Volvió Carmen hacia ella, muy dulcemente, los ojos enrojecidos bajo la hinchazón de los párpados. ¡Qué bien has hecho en venir! dijo con la voz abatida y al mismo tiempo tierna, sin interrumpir la preparación del remedio.

has llorado. No, Máximo, no tengo nada. ¿Qué es lo que hay? Veamos... Bajando la voz, me dijo: ¡oh, soy muy desgraciada, mi querido Máximo! ¿Es verdad? Vaya, cuéntame eso, comiendo tu pan. ¡Oh! soy demasiado desgraciada para comer mi pan. Como sabes perfectamente, Lucía Campbell es mi mejor amiga, pues bien; hemos reñido mortalmente.