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El gallardo español y La gran Sultana son dos cuadros llenos de los más varios sucesos y animadas descripciones, que si bien á veces nos regocijan plenamente, no nos hacen olvidar que falta orden y concierto en la disposición y arreglo de sus partes.

Por débiles que parezcan estos orígenes del drama, cuando se busca en ellos lo que hoy entendemos por esta palabra, no dejan de causarnos placer sus rasgos aislados, llenos de gracia, sencillez é ingenio, y su versificación fácil y armoniosa, que se desenvuelve sin trabajo en sus artísticas estrofas.

María Teresa y Jaime esperaban con impaciencia el domingo, día en que Juan llegaba con los bolsillos llenos de bibelots de cristal, fabricados expresamente por él.

Es cierto que los reinados de los godos fueron llenos de fraternos odios, i todo género de insultos i calamidades. Ellos como gente bárbara i rústica estaban dominados por la fuerza de las pasiones, i especialmente por la ambicion, de suerte que con furiosa presteza ejecutaban cuantas maldades les sugerian sus entendimientos desbocados.

Infiero yo de aquí que no reflexionan derechamente los que, llenos de terror de que haya tanto letrado en España, dicen que deben dificultarse las carreras a fin de que muchos tomen oficio o se empleen en más humildes menesteres; porque nuestras aficiones hidalgas o señoriles no lo consentirán nunca; y, si el que estudia algo, aunque sea poco, se convierte hoy en autor, cuando no estudie nada, y no espere regalo y favor de las musas, como ya hacen muchos que no han cursado en las Universidades, se convertirá en hacendista, y las cosas empeorarán.

Mi pobre Luciana tenía los hermosos ojos llenos de lágrimas de cólera mientras lanzaba sus imprecaciones con risa nerviosa y un calor de despecho que denunciaba su humillación.

Llegó la noche del concierto. Se abrieron los salones del Casino, sucursal del café de la Oliva; hasta hubo su poquito de buffet, a pesar del acuerdo de la Junta, y lo mejor de la población acudió a tomar sorbetes y a contemplar de cerca, y vestidos en traje de sociedad, a los cantantes ilustres que tantas veces había aplaudido viéndolos en las tablas, llenos de abalorios y galones dorados.

Cuando estaba sola lloraba de pena; pero delante del aya, de los criados y del hombre, lloraba de rabia. Había encontrado después del molino un bosque y lo había cruzado corriendo, cantando, y eso que tenía aún los ojos llenos de llanto, pero cantaba de miedo. Al salir del bosque había visto un prado de yerba muy verde y muy alta.... ¿Y allí estaba yo, verdad? gritó Germán. Es verdad.

Me vas á hacer el favor, ¿eh?, de no perder mañana el tiempo en arrullos, como Romeo en el balcón de Julieta. Los campos están llenos de alondras que te cantarán la canción de la partida. Ahora bien, esa partida no debes efectuarla solo. Toma tus disposiciones con Herminia para llevártela el mismo día, si es posible.

No puede decirse que sea extraordinario su valor poético; pero las situaciones y caracteres son fieles pinturas de la vida real, llenos de movimiento, y su forma y redondillas, por lo que hace á su expresión, merecen nuestro aplauso.