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El patí no es de menor tamaño que los dos mencionados, aunque lo es su cabeza y tragadero. El color de este pez es como el del mongrullo, su carne es algo amarilla, y se estima tanto como el zurubí. El armado es grueso y fuerte, pero no grande: su espalda y costados estan llenos de puntas fuertes y agudas: cuando le cogen, gruñe y hace lo que puede por llegar.

Brota aun sangre de tu profunda herida, desventurada Córdoba: ¿cómo en siglos mas felices no encontraste quien la cicatrizase? Recuerdo tiempos para dichosos, dias llenos para de magestad y gloria.

Tengo el cuerpo y el alma, el corazón y los sentidos, llenos de vos; nada veo más que vos, nada respiro más que el amor que siento por vos. ¿Y á qué entonces esa extraña mentira? ¿Qué mentira? La de vuestro casamiento. Quisiera que no fuese una horrible verdad. Os repito que no os comprendo. Dentro de poco me comprenderéis. ¿Y me amáis?

Nosotros, Zelayeta, Recalde y yo, encontramos en una un gran cañón de bronce; pero hicimos los tres juramento de no comunicar a nadie nuestro hallazgo. Un poco más lejos, antes de la primera presa, había poéticos rincones llenos de espadañas y de saúcos, y una pequeña gruta por donde brotaba un manantial. Al volver de nuestras expediciones, a Shacu se le había pasado la rabieta.

En sus orillas surgen mazos de flores; árboles llenos de savia extienden sus largos brazos, y el que se pasea á lo largo de su orilla puede tranquilamente descansar á su sombra, contemplando el espléndido cuadro que se desarrolla entre dos sinuosidades. ¡Cuán diferente es el arroyo bajo las ciudades! El agua es igual en substancia, pero sólo para el químico.

Además, los vínculos que la habían ligado con el Príncipe Zakunine estaban fuera de la ley, y su amistad con Vérod estaba contaminada también. Sin haber todavía visto al acusador, con sólo oír su nombre, creía el magistrado reconocer en él a Roberto Vérod, el escritor ginebrino que vivía desde muchos años antes en París y de allí esparcía por el mundo sus libros llenos de amargas enseñanzas.

Las ropas casi impalpables por lo finas, los perfumes más rebuscados, los corsés llenos de encajes no conseguían destronar de su memoria los lienzos que envolvían a Cristeta, el natural aroma de su limpio cuerpo y el modesto corsé blanco que tanto les hacía reír, entre impacientes y burlones, cuando se le hacía nudos la trencilla. ¡Misterio incomprensible!

Aquí está para servirla dijo una mujer escuálida, saliendo por estrecha puertecilla, bien disimulada entre los estantes llenos de botellas y garrafas que había detrás del mostrador. Como grieta que da paso al escondrijo de una anguila, así era la puerta, y la mujer el ejemplar más flaco, desmedrado y escurridizo que pudiera encontrarse en la fauna a que tales hembras pertenecen.

Usted sabe que yo pinto, ¿verdad? Pinta unos cuadritos que parecen música; todos llenos de una luz que sube; con muchos ángeles y serafines. ¿Por qué no nos enseñas el último, Ana mía? Es lindísimo, Pedro, y sumamente extraño. ¡Adela, Adela! De veras que es muy extraño. Es como en una esquina de jardín y el ciclo es claro, muy claro y muy lindo.

Habiendo llegado a un acuerdo tan perfecto, se separaron llenos de alegría, como es natural. Don Rosendo se quedó en el despacho poniendo en limpio su carta. Gonzalo se fué de nuevo a la sala de costura. No obstante, antes que franquease la puerta, llamóle su futuro suegro para decirle: De esto, ni una palabra a nadie, ¿eh?