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Seguía el altar, en el que ardían cuatro hermosos cirios sobre candeleros de madera, y en el fondo estaba el Nacimiento, es decir, un portalito rústico, con las imágenes, bastante bellas, de San José, de la Virgen y del Niño Jesús, con sus indispensables mula y toro, y pequeños corderos; todo rodeado de piedras llenas de musgo, de ramas de pino, de encina, de parásitas muy vistosas, de heno y de escarcha, que es, como se sabe, el adorno obligado de todo altar de Nochebuena.

885 Con un socio que lo entiende se arman partidas muy güenas; queda allí la plata ajena, quedan prendas y botones: siempre cain a esas riuniones zonzos con las manos llenas. 886 Hay muchas trampas legales, recursos del jugador; no cualquiera es sabedor a lo que un naipe se presta: con una cincha bien puesta se la pega uno al mejor.

Intervinieron los guardias de orden público en favor de las mujerzuelas, y mientras tanto, huyeron en un segundo los lujosos trenes, al galope, a la desbandada, mordiéndose los hombres el bigote de despecho, escondiendo las mujeres, llenas de vergüenza, los rostros azorados.

2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra. 3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al mediodía, o al norte, al lugar que el árbol cayere, allí quedará. 4 El que al viento mira, nunca sembrará; y el que mira a las nubes, nunca segará.

Notas largas, llenas, plañideras como las de una plegaria sin dejar de ser varoniles, se escapaban del viejo instrumento; el P. Florentino que era un acabado músico, improvisaba y como se encontraba solo, daba rienda suelta á las tristezas de su corazon. En efecto, el anciano estaba muy triste. Su buen amigo, don Tiburcio de Espadaña, acababa de dejarle huyendo de la persecucion de su mujer.

Aquí tenéis dinero bastante para comprar el silencio, la fidelidad y la energía de los hombres que han de ejecutar mi proyecto. Y efectivamente, la Princesa, que ya se había levantado y estaba de bata y en babuchas, sacó de un escaparate dos grandes bolsas llenas de oro, y se las dio a sus confidentas.

Llegaba con la cara radiante y las manos llenas de flores de sus estufas; abrazaba á su querido hijo, le contemplaba, le acosaba á preguntas y daba vueltas á su alrededor con inquieta ternura. Pero prontamente veía que Mauricio no había dejado de quererlo y se iba dichoso. Tomaba precauciones, parque sabía que era espiado.

La acusación se refleja con vibrante intensidad en las páginas para siempre llenas de un sugestivo encanto del más amable entre los maestros del espíritu moderno; en las seductoras páginas de Renán, a cuya autoridad ya me habéis oído varias veces referirme y de quien pienso volver a hablaros a menudo. Leed a Renán, aquellos de vosotros que lo ignoréis todavía, y habréis de amarle como yo.

El armador, un avaro, había aprovisionado el buque con escandalosa parsimonia, y el capitán a su vez había roído los víveres, apropiándose una parte de la cantidad destinada a la compra. Nos daban dos galletas al día, llenas de gusanos. Cuando recibí las primeras me entretuve cuidadosamente, como un señorito de buena casa, en quitarles uno por uno aquellos animalejos.

La pobre niña, sin comprender qué significaba aquel cambio, sintió su pequeño corazón apretarse; exploraba con sus bellos ojos profundos los semblantes y trataba de descifrar el enigma que guardaban. Se hizo más grave, más recelosa, más tímida. Y como viera que le negaban los juguetes o las golosinas que antes le otorgaban a manos llenas, se abstuvo de pedirlos.