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Y le cogió la mano que andaba tropezando en la cortina, y se la apretó con franca cordialidad. Serafina... yo no ... lo que me hago... usted creerá... Ella no le contestó, encontró la salida, levantó el cortinón, y con una mirada intensa, llena de caridad y protección, le dijo que la siguiera. Pero Bonis no se atrevió a traducir la mirada, y no siguió a la tiple.

Algo semejante ocurre en «Chantecler». En vano la faisana tratará de sobreponerse á la voluntad del gallo galán y dictador. «Chantecler» cantará siempre: su clarín es el grito que ahuyenta las sombras de la tierra, y aleja las estrellas sin apagarlas, y llena los campos de matices y echa sobre los surcos la alegría fecundante del trabajo: él es quien llama al sol; él, símbolo de toda actividad, es la llave de oro de la vida...

La razon humana devorada por su sed de ciencia, llena de actividad y ansiosa de libertad, habia roto el vínculo de la autoridad religiosa, única que por entonces le era molesta.

En No hay burlas con el amor se nos ofrece una dama presumida y muy llena de su importancia con vis cómica extraordinaria, y á la vez un enredo que consiste en las pretensiones de un galán enamorado verdaderamente de la hermana de aquélla, pero temeroso de los obstáculos que puede suscitarle tan vana é insensata señora, por cuya razón finge amarla y habla con ella con frases rebuscadas, logrando de este modo conseguir el objeto que su pasión le inspira.

En efecto, las campanas de la arruinada basílica de Santiago penden ya de sus poderosos trabes, mutiladas y mudas, sirviendo de lámparas al culto del Koran despues de haber proclamado con sus clamorosas lenguas el culto del santo apóstol: las chapadas puertas del mismo profanado templo yacen tendidas sobre las pintadas vigas de alerce ; la gran catedral de Compostela, abierta, saqueada, llena de escombros, solo habla de ruina y desolacion á los devotos peregrinos de lejanas tierras; y la mezquita de la orgullosa corte musulmana se ostenta ensanchada, enriquecida, pintada, embellecida con mármoles y mosáicos, y esmaltes, y doradas cúpulas, y maksuras, y alfombras y un cuento de luces, y embalsamada con el azahar, el ambar-gris y el aloe, y ceñida con su cinto de torres, y festonada con sus dentadas almenas, y guardada con sus ricas puertas de piedra, estucos, mosáicos y bronces, y finalmente, hecha oasis, no de un desierto, sino de un paraiso, con las murmuradoras fuentes y los olorosos naranjos y las esbeltas palmeras de su atrio pensil. ¿Quién no habia de temer, si no el fin del mundo, por lo menos el fin del cristianismo?

Yo andaría por aquellos salones azorada, aturdida, llena de vergüenza.

Había además tres o cuatro banquetas forradas de lo mismo y en idéntico estado, una estantería de pino llena de legajos, una caja pequeña de valores, una mesa de escribir antiquísima de nogal y forrada de hule negro, y detrás de ella un sillón tosco y grasiento donde se hallaba sentado el jefe de la casa. Aquel pequeño departamento estaba esclarecido por una ventana con rejas.

Es inútil decir a nuestros lectores, y sobre todo a nuestras lectoras, que desde aquella tarde, y sin más explicaciones, se estableció una amistad regular y de las más estrechas, entre Juana de Maurescamp y Jacobo de Lerne. Juana entró desde entonces en una nueva faz de su vida, llena de delicias.

Resabios de su educación primera, llena de juicios absurdos y de imaginaciones infantiles. Este hecho insignificante probará hasta qué punto aquel hombre insigne había sacudido de su inteligencia el polvo de las preocupaciones y había avanzado en el camino de la perfección positiva. Una de las cosas que logró dar más luz a sus lóbulos cerebrales fue la compra de un mono. Era el sueño de su vida.

La verdad es que estaba muy hermosa con aquel aire de modestia y de piedad recatada, con aquella frente purísima, algo grande, algo convexa... y, sin embargo, llena de expresión familiar, dulce, y en aquel momento religiosa; las ondas del cabello claro, sirviendo de marco vaporoso a la curva suave de aquella frente pura y blanca, eran símbolo de una idealidad que se perdía en el ensueño poético.