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Lo primero es marcharse antes de que lleguen las fuerzas mejor organizadas que guarnecen la capital con toda su artillería. Después vuelven á ella si han adquirido nuevas fuerzas en el campo. Lo mismo ocurrió esta vez. Doroteo Martínez se fué de la ciudad con sus «leales»; pero como necesitaba consolarse de que hubiesen violado á la Constitución, se llevó á viva fuerza á Dora.

Ni aquí prospera nadie con las letras, ni se cruzan los libros y periódicos en continua batalla; aquí las comedias buenas no se representan sino muy de tarde en tarde, sin otra razón que porque no las hay a menudo, y las malas ni se silban ni se pagan, por miedo de que se lleguen a hacer buenas todos los días.

Reid la carcajada de la felicidad, soltad vuestras campanas, que repiquen a gloria, que suenen alegría, que lleguen sus tañidos a esta mansión dichosa, que besen vuestras almas con sus sueños de rosa.

«Acaso lleguen a tus oídos ciertas murmuraciones de las gentes de Villaverde. Dicen que soy novio de Gabriela. Ya me imagino quién inventó eso. Las Castro Pérez que odian a la señorita Fernández, o Ricardo Tejeda que ha estado muy enamorado de la niña. Hoy me le hallé en la botica, y no me habló, ni siquiera se dignó saludarme.

Digo pues que el mancebo generoso, Que alli deciende de encarnado y plata, Sobre todo mortal curso brioso, Es el CONDE DE LEMOS, que dilata Su fama con sus obras por el mundo, Y que lleguen al cielo en tierra trata: Y aunque sale el primero, es el segundo Mantenedor, y en buena cortesia Esta ventaja califico y fundo.

Entonces llevaré la vida única que me cuadra, vida agradable de dilletantismo, en algún rincón de la provincia al cual no me lleguen ni los estimulantes ni los remordimientos de París, consagrándome a admirar el talento ajeno, que debe bastar, después de todo, para, ocupar los ocios de un hombre modesto que no es tonto. Lo que acaba usted de decir es insostenible exclamó con gran vivacidad.

Mientras tanto, mi asociado y yo hacemos con gran economía los canales secundarios y las demás arterias que han de fecundar nuestras tierras estériles; y el día en que el dique esté terminado y las aguas lleguen á nuestras tierras... Se detuvo Robledo, sonriendo con modestia.

Lo que me mata es una duda egoísta. Tengo el deseo, la esperanza última, de que no lleguen a un amor duradero. Me pongo a pensar, a meditar horas y horas sobre qué clase de sentimiento puede haber entre ellos.

Dentro de veinte minutos estarán aquí tres hombres que se proponen asesinarlo a usted. Tres... ¿Los tres aquellos? , tiene usted que partir antes de que lleguen. De lo contrario perecerá usted esta noche... O perecerán ellos. ¡Escúcheme usted! Una vez asesinado llevarán su cuerpo a uno de los barrios bajos de la ciudad, donde lo descubrirán.

Conserva todas sus virtudes, incluso la prolífica, y en estos últimos años ha conseguido que los vástagos de su ilustre casa lleguen a la docena. El cacique permanece soltero e imperando en el lugar con la sabiduría y la moderación de los Antonios en Roma. La señora doña Agustina Solís y Montes de Allende el Agua ha sufrido con resignación algunos reveses de fortuna.