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Reíanse todavía de la aventura los cuatro amigos cuando alcanzaron á su capitán y poco después llegaron todos al castillo de Rochefort, cuyas puertas se les abrieron de par en par apenas oyeron los que las guardaban el nombre de Bertrán Duguesclín. VISIÓN PROF

Todos hablaban en voz baja para que no se oyese nada en la calle. Los mismos criados del casino, que dormían en sillas, en la cocina y en el patio, no llegaron a despertarse. D. Luis eligió para testigos al capitán y a Currito. El conde, a los dos forasteros. El médico quedó para hacer su oficio, y enarboló la bandera de la Cruz Roja. Era todavía de noche.

Dueños ya los Genoveses de la campaña, ordenadas sus haces llegaron á Galípoli; arrimaron sus escalas, tirando inumerables dardos, apretaron gallardamente el asalto, y mas, cuando vieron las murallas solo defendidas de mujeres. La resistencia mostró luego, que solo en el nombre lo parecian, y en el esfuerzo y constancia varones invencibles.

35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron a él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36 Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37 Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.

Entre estos y otros dichos y observaciones, llegaron a la calle del Duque de Alba, porque Salvador, no pudiendo sacar cosa limpia y concreta de las confusas indicaciones de D. Eugenio, había decidido retirarse a su casa. Echaban el último párrafo en el portal de esta, cuando del de la inmediata vieron salir a un hombre silbando el estribillo de una canción político-tabernaria.

Su artillería hizo grandes estragos en nuestra gente; mas con tanta intrepidez se lanzó ésta sobre las lomas que ocupaba el enemigo entre el camino y el río Guadiel; con tanta bravura y desprecio de la vida afrontaron los soldados de línea la mortífera bala rasa y las cargas de la caballería del general Privé, que llegaron a dominar tan fuerte posición.

En Aiguillón, á donde llegaron aquella noche, los esperaban el barón de Morel y el risueño Gualtero, cómodamente instalados en la hostería del Bâton Rouge. El noble inglés sostenía interesante coloquio con un afamado caballero del Poitou, Gastón de Estela, que acababa de llegar de Lituania, donde había servido con los caballeros teutones á las órdenes del gran maestre de Marienberga.

Fuera de España sin embargo hubo abadías de gran cuenta desde el tiempo de Carlomagno hasta el X siglo; pero las mayores nuestras no llegaron al apogeo de su poderio feudal hasta despues de adoptada en ellas la reforma cluniacense.

No citaré la fecha de las muchas inundaciones del paseo, pero haré mención de la riada de 1796, en que las aguas llegaron hasta cerca de los balcones de algunas casas como indica el azulejo colocado en el edificio que hace esquina á la calle Santa Ana, y de la de 1876, en que se desbordó el Guadalquivir, causando grandes destrozos en todo el barrio de San Lorenzo y en el de la Feria.

Y, diciendo y haciendo, se entraron los dos, uno tras otro; pasando un zaguán, donde estaban algunos de los convalecientes pidiendo limosna para los que estaban furiosos, llegaron a un patio cuadrado, cercado de celdas pequeñas por arriba y por abajo, que cada una dellas ocupaba un personaje de los susodichos.