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Por fin le vi aparecer y calmose mi febril impaciencia con su llegada.

Y señaló á los tres personajes de la Presa, que seguían hablando con Torrebianca. Además, antes de su llegada, la vida era aquí un poco monótona, pero tranquila y fraternal. Ahora, con su presencia, los hombres parecen haber cambiado; se miran hostilmente, y temo que sus rivalidades, hasta el presente algo pueriles, terminen de un modo trágico.

Volaron por el aire copas enteras de árboles, varios troncos partidos en dos, terrenos negros con cabelleras de hierbas, un chorro de polvo que obscureció el cielo. Algunas piedras rodaron del muro. Los alemanes se encogieron, pero sin emoción visible. Conocían esto; esperaban su llegada, como algo inevitable, después de haber visto el aeroplano.

En tal estado de inseguridad histórica del pueblo que baña el gran Pacífico, corría el primer tercio del siglo XVI, en que ya empieza á delinearse la verdadera historia las hoy llamadas islas Marianas. El siglo XVI. Hernando de Magallanes. Capitulaciones. La Capitana, el San Antonio, la Victoria, la Concepción y el Santiago. Sebastián Elcano. Llegada al Brasil. Invernadas. Rebelión abordo.

Y si ustedes me preguntan qué es eso de ser «blanco», les diré que luego de tantos años no estoy todavía bien enterado... Tal vez me hicieron «blanco» a la fuerza. Y relató su llegada a Montevideo, cuarenta años antes, sin más fortuna que una carta de presentación para un catalán establecido en el interior. El país estaba en revuelta, pero la ciudad presentaba su aspecto normal.

Y no hubo más dijo Maltrana. Pero Ojeda insistió. Cerca del amanecer habían despertado muchos pasajeros que vivían en las inmediaciones del camarote de Isidro. Gritos, golpes a la puerta, llamamientos desesperados de timbre, llegada del mayordomo con su ronda de criados. ¿Qué había sido aquello? Fue obra mía contestó Maltrana bajando los ojos con modestia . Me ocurrió lo de la otra noche.

Los Ohandos constituyeron durante mucho tiempo la única aristocracia de la villa; fueron en tiempo remoto grandes hacendados y fundadores de capellanías, luego algunos reveses de fortuna y la guerra civil, amenguaron sus rentas y la llegada de otras familias ricas les quitó la preponderancia absoluta que habían tenido.

Pero el abate no quiere oír hablar de conferencias a bordo; se niega a desembalar su mercancía gratuitamente antes de la llegada al mercado. Se reserva para un teatro de Buenos Aires.

Esta circunstancia, muy atendible para , que busco en un pueblo sus antecedentes y su pasado, unida á la de su cansada monotonía de un todo igual, me hicieron abandonar Turin á los pocos dias de mi llegada. Esto mismo creo sucederá á todos los extranjeros que como yo vayan con el único objeto de visitarle.

Cuando el viejo se enteró de la escapatoria de su hija, tuvo un acceso de coraje tal, que todos en la casa creyeron llegada su última hora, pero pasado el ciclón de gritos y juramentos y la granizada de moquetes que descargó a ciegas y que alcanzó hasta al mismo chico de la Pepa, se calmó, aparentemente por lo menos, y ni volvió a hablar ni hizo cosa alguna que con el asunto se refiriese.