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No soy criado de ninguno, sino vuestro respondió Avendaño, todo lleno de turbación y sobresalto. La moza, que de aquel modo se vio responder, dijo: Vaya, hermano, norabuena; que las que servimos no hemos menester criados. Y llamando a su señor le dijo: Mire, señor, lo que busca este mancebo. Salió su amo y preguntóle qué buscaba.

Lo que pareció tan mal, aun á los senadores y magistrados de Holanda, que llamando á los capitanes holandeses á Amsterdam á dar razón de , les privaron y depusieron de sus oficios.

El fraile es el ser cosmopolita de la India; en su historia lo mismo se le ve con el santo lábaro predicar la fe del Gólgota, que dar al aire la enseña de Castilla y voltear el bronce llamando á los buenos en el rebato de sus torreones, siempre que algún peligro ha amenazado patria ó religión: alentados por estas dos palabras han puesto repetidas veces sus pechos ante el enemigo de la raza, ó el cuello ante el cuchillo del martirio.

Todo el santo día lo pasaba de casa en casa, llamando a distintas puertas, visitando, charlando, recorriendo todas las partes del coloso desde las cocinas a los palomares; y por las noches, sin haber salido a la calle, llegaba a su choza provisional tan rendida como si hubiera corrido medio Madrid.

¿Dónde está la señorita Lucía? preguntó brutalmente a Sardiola, que velaba. No ... El fiel perro alzó los ojos y contempló las facciones descompuestas del marido, y una intuición rápida le dijo docenas de cosas. Miranda salió como un cohete, y recorrió las habitaciones llamando a Lucía a gritos. Silencio profundo. Entonces resueltamente salió al balcón, y bajó al jardín.

A través de los árboles llegó desde Villa-Sirena el mugido metálico de un gong llamando á los huéspedes, esparcidos en el parque ú ocultos todavía en sus habitaciones. El coronel lo escuchó con placer. «El almuerzoLanzó una última mirada á los dos enormes edificios, el uno erizado de remates agudos y multicolor, el otro cuadrado y de una blancura uniforme.

Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones, sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones inclinaba soñoliento la cabeza, de repente a mi puerta llamar: como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta mano tímida a tocar: «Es me dije una visita que llamando está a mi puerta: eso es todo, ¡y nada más!» ¡Ah!

La impertinente voz de Matilde llamando á su hermana cortó nuestra conversación. Hasta el almuerzo no volvió á salir Enriqueta de su camarote. Mientras duró aquel se habló de distintas cosas, sin que pudiese reanudar la conversación pendiente, pues no bien se sirvió el café se volvieron á la cámara las dos mestizas.

Y no sería bien que ahora, que está llamando a nuestra puerta, se la cerremos; dejémonos llevar deste viento favorable que nos sopla. ¿No te parece, animalia -prosiguió Sancho-, que será bien dar con mi cuerpo en algún gobierno provechoso que nos saque el pie del lodo?

Muchos, muchísimos detalles dio Leto a Nieves, llamando a cada cosa con su nombre técnico, porque así lo quería la animosa sevillana. Cuando ya no tuvo nada que explicarla sobre cubierta, la dijo: Vamos ahora, si usted quiere, a ver la cámara. A la cámara se entraba por el pozo, en cuyo lado de hacia proa estaba la puerta, de dos hojas, con un cuartel de corredera.