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Así fué, en efecto; aquella mujer indócil, que parecía ingrata porque lo amaba todo, que se reía malévola de sus adoradores y luego en Lyón rompía su falda bordada para que envolviesen con ella á un obrero que sacaron moribundo de un pozo; voluntad amoral, sin más ley ni otro cauce que su alegre capricho; libertina sin sensualidad y liviana sin codicia, que llegó á ser citada como modelo de madres amantísimas, sin haber podido sin embargo, recogerse jamás en la uniforme santidad del matrimonio.

ASCLEPIGENIA. Mantillo y mariposa me abandonan. ¿Me abandonarás también, Proclo mío? PROCLO. Confieso que mi alma está destrozada. Tal vez haría yo bien en huir de tu lado para siempre; pero hay una fuerza que me retiene cerca de ti. En balde he querido espiritualizar, santificar la civilización antigua, risueña y amante de la hermosura, pero liviana.

La estudianta es Inés, hija como usted sabe... dejémonos de misterios... hija de la buena pieza de mi parienta la condesa y de un estudiantillo llamado D. Luis. He querido sacar algún partido de esa infeliz; pero no es posible. Su liviana condición la hace incapaz de toda enmienda. Vale bien poco. ¿Es cierto que la sacó usted de casa? , señora. La saqué para llevarla al lado de su madre.

1020 Ansí la cosa liviana va mermada, por supuesto; luego se le entrega el resto al oficial de semana. Araña, ¿quien te arañó? Otra araña como yo. 1021 Este le pasa al sargento aquello tan reducido, y, como hombre prevenido, saca siempre con aumento. 1022 Esta relación no acabo si otra menudencia ensarto, el sargento llama al cabo para encargarle el reparto.

A este severo personaje, pues, habíamos robado un paquete de cigarrillos; y aunque nos tentaba iniciarnos súbitamente en la viril virtud, esperamos el artefacto. Este consistía en una pipa que yo había fabricado con un trozo de caña, por depósito; una varilla de cortina, por boquilla; y por cemento, masilla de un vidrio recién colocado. La pipa era perfecta: grande, liviana y de varios colores.

Ya con todo género de especierías, con nueces, almendras y ajonjolí, condimenta el morisco alfajor, picante y aromático; ya la hojuela frágil, liviana y aérea; ya el esponjado piñonate, y ya los pestiños con generoso vino amasados: sobre todo lo cual derrama la que tanto abunda en aquellas comarcas, silvestre y cándida miel, ora perfumada de tomillo y romero en la heroica y alpestre Fuente Ovejuna, que en lo antiguo se llamaba la Gran Melaria; ora extraída, merced a las venturosas abejas, del azahar casi perenne, que se confunde con el fruto maduro por todos los verdes naranjales, en las fecundas riberas del Genil y del Bétis.

El ejemplo más egregio quizás es el del emperador Marco Aurelio, que tuvo mujer tan liviana y viciosa como Faustina, y, siendo varón tan sabio y tan agudo filósofo, nunca advirtió lo que de todas las gentes que formaban el imperio romano era sabido; por donde, en las meditaciones o memorias que sobre mismo compuso, da infinitas gracias a los dioses inmortales porque le habían concedido mujer tan fiel y tan buena, y provoca la risa de sus contemporáneos y de las futuras generaciones.

Era el tipo de la señora moderna, frívola sin ser insustancial, y coqueta sin parecer liviana, como era devota sin ser profunda y verdaderamente religiosa. Fuera cansancio físico o dejadez moral, había en su figura cierto melancólico abandono, interrumpido a veces bruscamente por movimientos de una gracia encantadora que tenía algo de felina.

Y almibarada y ponderativa, tornó a regalar a Carmen con caricias y frases de gratitud. En seguida salió de la sala, no ya con su paso saltarín de todos los días, sino con una carrera liviana y veloz, una especie de trotecillo fantástico. Narcisa hizo también mutis, como en las comedias, por una puerta lateral, con su novela en la mano y en la sonrisa ática una despectiva expresión.

A los diez y siete años perdió también a su madre y fue recogida por los Marqueses de Cisneros, sus parientes más próximos establecidos en Madrid. Como Lucía era una joven hermosa, discreta y bien educada, y como por otra parte contaba con diez o doce mil reales de orfandad, fue carga muy liviana para aquellos señores, que sólo tenían dos hijos y gozaban buena renta.