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No es éste lugar oportuno de desenvolverlas prolijamente, y nos limitaremos, por ahora, á indicar sus principios más culminantes. Por otra parte, era indispensable defender á una dama perseguida por su esposo, padre ó hermano, teniendo ella derecho á que la protegiese el primero que encontraba y cuyo socorro pedía, sin preguntarle su nombre ni levantar su velo.

Los diagramas, se han preparado con instrucciones para levantar las líneas de construcción, y en los cartones, los meridianos y paralelos están calculados para los mapas de las cinco partes del mundo; y el resto, para los de los países principales de América.

Tal es la raza, tales las costumbres que ha retratado Pereda en su última novela, la mejor y más genial de las suyas. No parece sino que el asunto ha tenido virtud bastante para levantar el ingenio del autor a regiones que ni él mismo sospechaba hasta ahora.

S. Fernando se contentó con purificarla y levantar un altar provisional donde pudiese celebrar el triunfo de sus armas; el obispo Mesa con apoyar respetuosamente en las columnas de las naves occidentales una capilla cuyos restos han desaparecido sin dejar huella ni haber lastimado en nada el monumento.

Se la ofrecieron; pero Ido no la quiso tomar. Amorraba la cabeza entre los brazos cruzados sobre el mármol, y el dueño del establecimiento, mirándole con sorna, le decía: «Aquí no se duermen monas. A dormirlas a la calle». Maxi trató de hacerle levantar la cabeza. «D. José, a usted le convendría tomar duchas y también unas pildoritas de bromuro de sodio. ¿Quiere que se las prepare?

Además le habían dicho que un salón «distinguido» no está completo si carece de un piano, pero con cuerdas horizontales y la tapa á medio levantar. Y compró el valioso instrumento, sin esperanza de que llegase á la Presa un visitante capaz de utilizarlo.

Y la mañana siguiente, la primera señal que dió la niña de estar despierta fué levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra pregunta que de tan extraño modo había asociado á la letra escarlata: Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre el corazón? Cállate, niña traviesa, respondió la madre con una aspereza que nunca había empleado hasta aquel momento.

Tampoco en el arte difícil de levantar arcos de ramaje con transparentes para la noche, ni en disparar cohetes velozmente y a plomo. Pues bien; este ingeniosísimo varón, que tanto había regocijado a la villa con sus peregrinas invenciones, hacía ya mucho tiempo que permanecía inactivo.

Fortunato, sentado en una gran butaca y con una excelente pipa en la boca, leía tranquilamente su correo de la tarde, cuando la puerta, al abrirse bruscamente, le hizo levantar la vista.

Entendía este Manacica alguna cosa del idioma de los Chiquitos, era de buen entendimiento, cuanto cabe en un bárbaro; observaba con atención las ceremonias sagradas, la forma de bautizar, el ponerse de rodillas delante de la santa cruz, el levantar las manos al cielo, las preces sagradas que muchas veces al día entonaba el santo varón en voz alta; y pareciéndole todo conforme á su genio y á la razón, procuraba hacer lo mismo.