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Era una matrona de potentes caderas, en cuyas entrañas renacía la vida; de robustos y voluminosos pechos, siempre hinchados de leche densa y amarga. A un pecho se agarraba el Recuerdo, gimiendo al paladear el líquido de acíbar; al otro el Olvido, que chupaba cerrando los ojos, queriendo dormir.

Que tenía bastante buen sentido para comprender que los personajes con quienes vivía, no podían darme más que una imperfectísima idea del género humano, en las circunstancias comunes de la vida. Todos los domingos comía el cura en casa. La comida del domingo constaba invariablemente de un pollo o de un capón, de una ensalada, de huevos duros y de leche cuajada en verano.

§ I. Historia. El carbon se convierte en medicamento, como se va á ver bien pronto, cuando se le divide al infinito por trituraciones sucesivas con el azúcar de leche. El carbon vegetal y el animal son dos sustancias que pueden pasar por un solo y mismo medicamento.

Habían inventado esta mentira para humillarla... Mas... ¿cómo se les había ocurrido semejante cuento?... ¿Por qué había recaído sobre ella y no sobre alguna otra? Sacó el odre del agua y se puso á zarandearlo. El ruido de la leche dentro hizo coro al glu glu de la fuente.

Dejé apresuradamente la casa de la viuda de Marques, que desde que supo que era rico, me trataba de diferente manera sirviéndome ella misma, con su traje de seda de los domingos, arroz con leche, y otros platos por el estilo.

El autor debía de ser una especialidad en las muestras de casas de vacas y de burras de leche.

La pobre mujer no podía ofrecer nada más que una taza de leche y torta de borona, pero «¡cómo había de comer cosa tan ruin la señora condesaQue lo coma para que sepa cómo viven los pobres dijo Pedro con cierto énfasis brutal. La condesa, lejos de ofenderse, le dirigió sonriendo una mirada humilde y aceptó de manos de su espantada madre la taza de leche y la torta.

Vivía con extremada pobreza y vestía desastradamente; un sombrerete, con dos dedos de enjundia; un gabancillo de color café con leche, que había estrenado al venir a la Universidad y que llevaba con el cuello subido, por disimular la ausencia de camisa; pantalones con flecos, y botas como las consabidas.

1184 Mas Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar; pero se ha de recordar, para hacer bien el trabajo, que el juego, pa calentar, debe ir siempre por abajo. 1185 En su ley está el de arriba si hace lo que le aproveche; de sus favores sospeche hasta el mesmo que lo nombra siempre es dañosa la sombra del árbol que tiene leche.

Todos mostraban gran prisa por que les diesen entrada, azorando con sus peticiones al de la báscula y a los otros empleados, que, envueltos en sus capas, escribían a la luz de un quinqué. Los cántaros sólo contenían leche en una mitad de su cabida. Mientras unos carreteros aguardaban en el fielato, otros avanzaban hacia Madrid, con cántaros vacíos, en busca de la fuente más cercana.