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Nuestra piel, formada enteramente de boquitas, y que á su modo absorbe y digiere como el estómago, necesita acostumbrarse á tan fuerte alimento, á beber el mucus del mar, esa leche salada que constituye su vida, con la que hace y rehace los seres.

A la aldeana le pareció un despilfarro escandaloso: la leche que habían tomado valía muy poco; quiso metérsela de nuevo en el bolsillo; pero Andrés persistió en dejarla, y la dejó.

A las diez estaba el misántropo en su habitación, disponiéndose para acostarse. «¿Se te ofrece algole dijo su hermana. No. Trataré de dormir... Mañana a estas horas estaré oyendo cantar el botijo e leche. ¡Qué aburrimiento! Pero, hombre, ¿qué más te da? Con no comprárselo si no te gusta... Si esa gente vive de eso, déjales vivir.

Pues en verdad que esta vez han dado salto en vago, que yo confío en el buen discurso de mi señor, que habrá considerado que ni yo tengo requesones, ni leche, ni otra cosa que lo valga, y que si la tuviera, antes la pusiera en mi estómago que en la celada. -Todo puede ser -dijo don Quijote.

Pero hizo propósito, si el niño se curaba, de llevarle á una dehesa á que bebiera leche á pasto y respirase aires puros. Los aires puros, bien lo decía Bailón, eran cosa muy buena. ¡Ah! los malditos miasmas tenían la culpa de lo que estaba pasando. Tanta rabia sintió D. Francisco, que si coge un miasma en aquel momento lo parte por el eje.

Los feligreses de Julián son pobres pastores: en vísperas de fiesta y tiempo de oblata le obsequian con leche de cabra, queso de oveja, manteca en orzas de barro. Hablan dialecto cerradísimo, arduo de comprender; visten de somonte y usan greñas largas, cortadas sobre la frente a la manera de los antiguos siervos.

Más allá marcábanse en el horizonte las alas blancas de una goleta que venía hacia Palma lentamente, como una gaviota fatigada. Entró madó Antonia, dejando sobre la mesa un tazón humeante de café con leche y una gran rebanada de pan cubierta de manteca. Jaime atacó el desayuno con avidez, y al mascar el pan hizo un gesto de desagrado.

¿Quién puede conformarse con esta sociedad que todos los días vive del mismo modo y al que tiene sed le ofrece agua ó leche?... Venga á nosotros el alcohol, que hace soñar cosas grandes y es padre del heroísmo. Venga á nosotros la guerra, madre de las esforzadas acciones....

La cabezuela blanda, cubierta de lanúgine rubia y suave por cima de las costras de la leche, tenía el olor especial que se nota en los nidos de paloma, donde hay pichones implumes todavía; y las manitas, cuyo pellejo rellenaba ya suave grasa, y cuyos dedos se redondeaban como los del niño Dios cuando bendice; la faz, esculpida en cera color rosa; la boca, desdentada y húmeda como coral pálido recién salido del mar; los piececillos, encendidos por el talón a fuerza de agitarse en gracioso pataleo, eran otras tantas menudencias provocadoras de ese sentimiento mixto que despiertan los niños muy pequeños hasta en el alma más empedernida: sentimiento complejo y humorístico, en que entra la compasión, la abnegación, un poco de respeto y un mucho de dulce burla, sin hiel de sátira.

La leche es con frecuencia un medio de restablecer la salud. El instinto que impulsa al enfermo á desear tal ó cual especie de alimentos, no debe mirarse con indiferencia. La dieta prolongada mas allá de los justos límites, determina algunas veces en las afecciones febriles fenómenos atáxicos y pútridos.