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A Cirilo se le apretó el corazón. Aquella alegría de su pobre esposa, ciega en lo mejor de la vida, le removía las entrañas como si quisieran arrancárselas. No pudo contestar; hubo una larga pausa. De repente Visita aproximó su rostro al suyo y le besó en los ojos. ¡Ya sabía que estabas llorando...! No llores, tonto... ¡Si soy feliz, enteramente feliz! ¿Qué importa que no pueda ver esas montañas?

El tabaco crece en Filipinas en todas partes, y la produccion de este ramo de agricultura es indefinida, y á precios mas bajos que los que se cosechan en otros paises. La navegacion, aunque larga, es bien conocida y apetecida por el comercio.

Tal fue la sorpresa del duque a consecuencia de lo ocurrido, que sólo después de algunas horas, y tras larga conversación con su mujer, llegó a convencerse de dos cosas: era senador vitalicio por nombramiento real, y, sin saberlo, había ofendido gravemente al hombre que le encumbraba. Ambos esposos se preocuparon seriamente.

Previo regalo de un cigarro con que don Quintín le obsequió, el portero del teatro le dijo dónde vivía la corista por quien iba preguntando, y allá se fue a buscarla, deseoso de hablar de Mariquilla y esperanzado en saber cuándo regresaría para precipitarse en su busca; porque durante aquella larga caminata, según se había ido alejando de su casa y cónyuge, sintió que el amor se enseñoreaba de su espíritu y de sus sentidos, y hasta le pareció que si encontrase a Mariquilla podría llevársela a comer de fonda, contra lo que suponía la desengañada Frasquita.

Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido; mas no había piedra imán que así trajese a como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches.

Pensó con cierto terror en el suplicio de las botas y el tormento del cuello de la camisa, después de su larga temporada de campestre libertad; pero quería salir de la isla lo mismo que había venido a ella.

¡Vamos, muchacho... vamos! ¿Qué aguardas? Y Angelina: ¿despertaste a señora Juana para que se quede con Carmen? , señora. Pues vámonos, Rorró, que de aquí a San Antonio ya tenemos que andar. Está lejos, pero allá iremos, repetía que allí hay pisos, y sonajas, y panderos, y música de cuerda que toca sones y piezas alegres, y la misa no es larga.... ¡Cómo que la dice el P. Solís!

Dos ancoras á una mano Vi yo alli en contrario zelo, Una de hierro en el suelo, Y otra de fe en el cristiano. Y la una á la otra asida, La de hierro se convierte En dar cruda y presta muerte, La de fe en dar larga vida.

A la primera apenas iba gente; a la segunda asistían familias de los barrios cercanos cansadas de jugar a la perejila, jovenzuelos sin permiso para retirarse tarde, matrimonios de larga fecha que iban a pasar el rato para no verse solos, y forasteros deseosos de olvidar los sofiones recibidos en los ministerios con la agradable perspectiva del coro de señoras.

Recibido el permiso se presentó el hoy comisario Juan, y con el laconismo, indiferencia y poco valor que le dan los indios á los actos y acciones de la vida, le dijo al Gobernador al par que abría un tosco saco: «Señor; anoche asaltaron los moros el pueblo; á todos los cogimos, y como eran muchos, y las cabezas seguro no habría podido traer; aquí en este saco hay más de cuatrocientas orejas moras;» y esto dicho, las presentó ensartadas en una larga cuerda de abacá.