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Esta pícara imaginación... Es como cuando te ponías enfermo y delirante esperando ver salir una carta que no salía nunca. Francamente, yo me creía más fuerte contra esta horrible neurosis de la carta que no sale». Una noche que hacía mucho frío, entró el Delfín en su casa no muy tarde, en un estado lamentable. Se sentía mal, sin poder precisar lo que era.

Por un lamentable descuido del jefe del orden público fueron comprendidos entre los papeles políticos incautados en las habitaciones de la señora marquesa algunas cartas importantes de índole puramente doméstica. El señor gobernador devolvió al punto caballerosamente estos papeles al señor marqués de Villamelón, comprendiendo que en asuntos conyugales sólo al marido toca hacer reclamaciones.

Dominada la ciudad por las tropas francesas desde hacía veinte y tres meses, y habiendo desde los comienzos de Enero recrudecido la guerra en toda la provincia, pronto comenzaron á sentirse los tristes efectos de aquella situación anormal, de manera harto lamentable y sensible á todos.

Así es la verdad... Me las envió por una persona segura. ¿Puedo saber el nombre de esa persona? ¿Para qué?... Eso importa poco... Me importa mucho, al contrario, saber quién ha intervenido en un episodio tan lamentable para . Pues bien, puede usted preguntarla y sabrá que no miento: es Elena Lacante. ¡Elena! No pude contener un grito.

Por último, en mitad del discurso de don Rosendo, o porque nada pudiese oponer a su grave elocuencia, o porque el ruido de los aplausos le exacerbase de modo irresistible, es lo cierto que salió de la sala, y comenzó a dar paseos por delante de la puerta del teatro en un estado de agitación lamentable. A los pocos momentos, volvió a entrar y subió a la cazuela.

La carta de Coletilla fué recibida en los primeros días de Septiembre de 1821, en que ocurren los primeros acontecimientos que hemos referido. Poco después de la lamentable escena de la barbería y de la entrada del militar en la casa de Clara, ocurrió el viaje de Lázaro á Madrid. Clara no lo supo antes del día en que debía llegar.

Yo acaricio mil boletos entre la mano y el guante. «¡Vamos a ganar, Jorge, vamos a ganar!» Y haciendo una confusión lamentable entre política y carreras, añado: «¡No hay que hacerle; los radicales se lo llevan todo por delante! ¡No se puede con ellos!» ¡Ay, nuestro favorito derrotado! «Vadarkblar» sólo da que hablar como perdedor.

Error lamentable del obispo de Cebú El prelado que acusó en la forma antes mencionada a las escuelas públicas, ha cometido un error lamentable. Por mi parte puedo asegurar que sus acusaciones despertaron en la curiosidad de investigar las causas de la inmoralidad y de la perversión de costumbres que dicho prelado, y nosotros con él, todos lamentamos.

Recordó la estrecha amistad que había unido a los dos adversarios, su viaje «arrostrando los peligros del mar». Un momento de olvido o de error había provocado un incidente lamentable; pero los buenos caballeros, cuando llegan adonde ellos habían llegado, sin miedo y sin reproche, podían darse todavía una explicación leal, evitando el lance.

Y una vez que esta doctrina adquiere la fuerza de la experimentacion, naturalmente se pregunta uno: ¿por qué han creido los gobiernos que el rigor, la penalidad terrible es el remedio seguro para corregir el crimen? ¡Lamentable error, fruto de la barbarie de las sociedades!