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Entonces vio frente por frente, iluminado por un farol, un rótulo de letras doradas que decía: «La Cruz Roja». Barinaga se cubrió, dio una palmada en la copa del sombrero verde y extendiendo un brazo, mientras se tambaleaba en mitad del arroyo, gritó: ¡Ladrones! , señor dijo en voz más baja , no retiro una sola palabra... ladrones; usted y su madre señor Provisor... ¡ladrones!

El que sueña haber caido en manos de ladrones se engaña en lo tocante al objeto externo; mas en lo que pertenece al acto mismo con que lo cree.

¡Esos miserables tienen ahí toda la moneda de la diócesis!... Y todo eso es mío y del cerero.... ¡Ladrones!... Caballero Magistral, entendámonos; usted predica una religión de paz... pues bien, ese dinero es mío....

Apenas le hube reconocido, cuando dije a voces: "¿Adónde tenéis, ladrones, nuestras almas? ¿Adónde están las vidas que nos robastes? ¿Qué habéis hecho de mi hermana Auristela y de las dos, Selviana y Leoncia, partes, mitades de los corazones de mis buenos amigos Carino y Solercio?"

El Capitán les indicó, con un ademán de desesperación, las ramas esparcidas por el suelo. ¡Ah, ladrones! rugió Cornelio, pálido de ira. ¡Estamos perdidos! exclamó el piloto. En efecto, la chalupa ya no estaba allí. Aunque había sido perfectamente escondida entre las yerbas y luego recubierta de ramas y de hojas, o los piratas o sus enemigos la habían encontrado y se la habían llevado.

Quería prender fuego á la paja de la techumbre. ¡Que se lo llevase todo el demonio! Al fin era suyo, bien lo sabía Dios, y podía destruir su hacienda antes que verla en manos de ladrones. Mas al ir á incendiar su antigua casa sintió una impresión de horror, como si tuviese ante él los cadáveres de todos sus antepasados, y arrojó los fósforos al suelo.

En ellos se encuentra la gracia sin afectación ni pretensiones, que sin buscarlo, halla el agrado; gracia inocente cual ellos, y por tanto llena de encanto y de simpatía. Mariquilla, dijo la niña del manijero, ¡Qué tonta eres! Chacha, dijo Mariquilla altamente ofendida, Josefita me dice tontona. Gato, afirmó la cantadora; que los niños no son ladrones. ¿Que no?

No me parece mal que les metan mano á los que por tanto tiempo han tenido engañada á la gente, pero después de esto hay que ajustar la cuenta á los que la roban. Hoy ha sido la batalla de los santirulicos: mañana será la del pan. Ya bajarán del monte los que han producido con su trabajo las riquezas de todos los ladrones de aquí: ya reclamarán su parte.

¡Ladrones! ¡ladrones!... Matan a los trabajadores para hacerse ricos... Sólo les importa el negocio, y los pobres que mueran como perros. Después encarábanse con los hombres que iban llegando, albañiles casi todos, que llevaban pendiente del cuello el saquito de la comida. Los insultaban con groseras palabras. ¡Calzonazos!

Necesitábamos una fuerza pública que velase por la seguridad individual, que persiguiese á los ladrones y los homicidas, y hemos dedicado al hombre á esta función demasiado ordinaria.