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Marín afirmó que hacía ya días que veía algunos hombres sospechosos de noche. Esta noticia produjo en los circunstantes un saludable terror que no llegó a manifestarse. Todos se propusieron no salir de casa por la noche, sin comunicarse, no obstante, tan acertada resolución. El alcalde manifestó que, en su opinión, los ladrones debían de haber venido de Castilla. ¿De Castilla?

Y el campanero, sombrío y ceñudo, repetía en alta voz, continuando el curso de sus pensamientos: Y abajo, tantas riquezas que no sirven a nadie... amontonadas por puro orgullo... ¡Ladrones!, ¡ladrones...! Gabriel volvió a pasar los días al lado de Sagrario. Los discípulos se ocultaban cada vez con más empeño en su aislamiento de la torre.

Tengo seis hijos... y una infeliz... diré viuda..., pues veo que voy á morir... Leo en vuestros ojos que sois peores que fieras... ¡, peores! Y el padre se arrastraba por el suelo, y levantaba hacia los ladrones una cara... ¡Qué cara!... Se parecía á la de los santos que el rey Nerón echaba á los tigres, según dicen los padres predicadores...

Cerca de las islas Celebes echamos a pique, a cañonazos, tres grandes embarcaciones de piratas que venían dispuestos a tomar nuestro bergantín al abordaje. También tuvimos que dar una buena lección a unos moros ladrones de la isla de Joló. Sir Wilkins era un marino sencillamente extraordinario.

Penetrar en la vida de un pícaro, aquí en Buenos Aires, o, mejor dicho, en lo que en lenguaje de ladrones y gente maleante se llama mundo lunfardo, es tan difícil como escribir en el aire.

Oíalos Miss Buteffull desde su cama y comprendió al punto la causa: sin duda, nadie se había acordado en la casa de que el pobre niño había vuelto del colegio; quizá se había puesto malo de pronto; quizá habían entrado ladrones y lo estaban asesinando... Miss Buteffull, compadecida, encendió la vela de su palmatoria.

¿Cuánto vale? Ya sabe Vd., señor Juan, que los cuadros están muy 85 baratos. Pues bien, dándolo barato. Hombre, si le dan a Vd. cuarenta reales, no será Vd. mal pagado. ¿Dice Vd. cuarenta o cuarenta mil? 90 Cuarenta, señor Juan, cuarenta, y es mucho. ¡Ah! ¡me he perdido! ¡ladrones! ¡infames ladrones! Después de esto ¿quién quiere comprar gangas? EL M

Parrón se apeó muy despacio, descolgó su escopeta de dos cañones, y, apuntando á sus camaradas, dijo: ¡Imbéciles! ¡Infames! ¡No cómo no os mato á todos! ¡Pronto! Entregad á este hombre los duros que le habéis robado! Los ladrones sacaron los veinte duros y se los dieron al segador, el cual se arrojó á los pies de aquel personaje que dominaba á los bandoleros y que tan buen corazón tenía...

-De Reinaldos -respondió don Quijote- me atrevo a decir que era ancho de rostro, de color bermejo, los ojos bailadores y algo saltados, puntoso y colérico en demasía, amigo de ladrones y de gente perdida.

Un día, al salir de la escuela, Carlos Ohando, el hijo de la familia rica que dejaba por limosna el caserío a la madre de Martín, señalándole con el dedo, gritó: ¡Ese! Ese es un ladrón. ¡Yo! exclamó Martín. , . El otro día te vi que estabas robando peras en mi casa. Toda tu familia es de ladrones.