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Entendió Andrés que por él lo decía, y riéndose, dijo: Señora doncella, ésta es mi recámara y éste es mi pollino: si vos halláredes en ella ni en él lo que os falta, yo os lo pagaré con las setenas, fuera de sujetarme al castigo que la ley da a los ladrones.

Tambien prevenian en él á los individuos del Cabildo, se abstuviesen de elegir Alcaldes europeos, porque si tal sucedia, no durarian ocho dias, porque se sublevarian y serian víctima de su enojo, por ser ladrones: y que para evitar tan funesto suceso, habian de nombrar precisamente de Alcaldes á D. Juan de Dios y á D. Jacinto Rodriguez.

En el cual dijo Rincón a su guía: ¿Es vuesa merced por ventura ladrón? respondió él , para servir a Dios y a las buenas gentes, aunque no de los muy cursados; qué todavía estoy en el año del noviciado. A lo cual respondió Cortado: Cosa nueva es para que haya ladrones en el mundo para servir a Dios y a la buena gente.

Nuestros ejércitos estaban en el Este, en el sitio que les correspondía, en la verdadera frontera, en la puerta de la casa. Pero éste es un amigo traidor y cobarde, que en vez de dar la cara entra por la espalda, saltando las tapias del corral, lo mismo que los ladrones... De nada le servirá su traición. Los franceses ya están en Bélgica y ajustarán las cuentas á los alemanes.

Al comenzar la escena, es ésta un paraje agreste, montañoso, oyéndose dentro tiros de arcabuz. Preséntanse Don Mendo y su hija Violante, perseguidos por salteadores, y, cuando están á punto de sucumbir, aparece Don Lope, capitán de la banda, vestido como los demás ladrones.

Las mujeres vociferaban en torno del féretro, iracundas, llorosas, como si el rudo sol del verano mordiese con agresiva demencia sus cabezas despeinadas. ¡Ladrones! ¡ladrones! ¡A Madrid! ¡A arrastrar a los asesinos!... Otras señalaban el féretro con trágicos ademanes de plañidera.

Fue, en no qué tiempo, de la Milicia Nacional, hizo barricadas, hablaba mucho, y para él todos los que gobernaban eran ladrones. Cuando yo era niña jugaba con el morrión de mi abuelo... ¡Qué cosas!... Oiga usted... El que llamo mi padre fue más listo que el que llamo mi abuelo. ¡Oh!, , era caballero y tenía talento. En el partido le temían.

A lo cual respondió el mozo: Señor, yo no me meto en tologías; lo que es que cada uno en su oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados. Sin duda dijo Rincón , debe de ser buena y santa, pues hace que los ladrones sirvan a Dios. Es tan santa y buena replicó el mozo , que no yo si se podrá mejorar en nuestro arte.

Jesucristo nos presenta la distincion entre las obras imperfectas de la ley y las obras perfectas de la caridad en aquella parábola sublime en que vemos á un hombre maltratado por los ladrones, olvidado por el levita y socorrido por el samaritano. El levita representa la probidad legal humana, que absteniéndose de hacer el mal, omite hacer el bien.

Aun cuando las habitaciones sean palacios, aquella soledad, aquella gente tan ordinaria..., el cencerro del ganado, aquellos callejones llenos de zarzas, de charcos y bichos venenosos...; ¡qué desconsuelo¡... Después, de noche, el bufar de las lechuzas, los ladrones..., ¡horror! ¡Pasar yo una semana en la aldea!... ¡Ave María Purísima!... Mire usted, hasta el pasear por el Alta me pone de mal humor, porque se me figura que me va á faltar tiempo para bajar de día á la ciudad.... Nosotros, los que hemos nacido en ella, desengáñese usted, no podemos acostumbrarnos á salir de nuestras calles empedraditas, de nuestros paseos, de nuestras reuniones.... ¡Es todo tan ordinario en la aldea!