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Hácense estos con estilo declamatorio: el que los pronuncia dice lo que quiere; asegurado de que no le han de contradecir: danse al discurso adornos, artificios y figuras, para captar á los oyentes: las pruebas con alguna verosimilitud que tengan son bien recibidas, porque todo junto conduce á excitar los ánimos á favor del que razona.

Otro remolcador del mismo aspecto se colocó junto a la proa, marchando aparejado con el Goethe, como un perrillo trotador al lado de un elefante. Los pasajeros olvidaron la ciudad para atender a sus equipajes de mano. Los stewards iban sacándolos de los camarotes y los alineaban en cubiertas y pasillos. Crecía Buenos Aires con rapidez prodigiosa.

Maltrana, escuchando la respiración de Feli, palpando en la sombra su cuerpo desfigurado por la maternidad, experimentó el mismo remordimiento que si la hubiese asesinado y tuviera el cadáver tendido junto a él.

Y las voces frescas y traviesas vuelan junto a las voces serias y graves, que las persiguen, que las amonestan, que reclaman de ellas cordura, mientras las notas de la guitarra, prestas, armoniosas, volubles, se mezclan agudas en los retozos de las unas, se adhieren profundas a los consejos de las otras.

»Ven pronto. »Te abraza tu tío Y ésta es la carta que ha recibido Azorín una página de nuestra historia contemporánea, un fragmento vivo, auténtico, con detalles vulgares, con rasgos épicos ¡en la realidad todo va junto! de nuestra vida de provincias literaria y política. Hoy Azorín se ha marchado a Petrel.

Pero la verdad, ¡la historia!, ¡la historia! La historia no sabía lo que era ser padre. «Ni yo tampoco. Cuando tenga al muchacho junto a , en una cuna, no estaré pensando en San José ni en todas esas teologías...». En aquel instante se le ocurrió esto: «El niño debiera llamarse Pedro, como mi padre».

Y Dorotea se levantó, tomó un arquilaúd que estaba sobre un sillón, se sentó junto á la ventana, templó el instrumento, preludió con maestría algunos instantes, y luego cantó con una voz fresquísima y de un timbre admirable, la siguiente seguidilla: Como el amor es ciego por tener ojos, en los tuyos se esconde dulces y hermosos: y al esconderse, el traidor con tus ojos me da la muerte.

Unos bultos humanos, negros y agachados en los matorrales, le hicieron llevar la diestra a la culata de la escopeta para descolgarla del hombro. Eran carboneros que apilaban leña. Al pasar Febrer junto a ellos le miraron con ojos fijos, en los que creyó notar algo extraordinario, mezcla de asombro y curiosidad. ¡Bonas tardes tenguin!

Juan Claudio se acercaba a la cueva del contrabandista, y deteniéndose un momento en el terraplén, guardose la pipa en el bolsillo; luego siguió andando por el sendero, que describe un semicírculo y termina por el otro lado en una brecha. Al final, y casi junto a dicha cortadura, vio Hullin las dos ventanillas del cubil y la puerta, que se hallaba entreabierta.

El doctor Reynaud y el abate Constantín, que marchaban con las tropas, se detuvieron junto al herido, que arrojaba gran cantidad de sangre por la boca. No hay nada que hacer dijo el doctor; se muere, es vuestro. El sacerdote se arrodilló junto al moribundo, el doctor, levantándose, se dirigió hacia la aldea. No habría andado diez pasos, cuando se detuvo, abrió los brazos y cayó de golpe al suelo.