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Prosiguió su victoria Philes, y en pocos dias llegó á ponerles sitio. El Emperador quando supo el buen suceso de la jornada, envió algunas galeras de Genoveses á guardar el estrecho, para que á los cercados no les pudiese venir socorro. Viéndose los Turcos tan desesperados, por tener todos los caminos de su remedio cerrados, determinaron salir del Castillo de noche, morir como hombres.

Desta manera murieron muchos esta jornada por la poca plática de nuestra arcabucería. Los enemigos mataron desde su campo, dentro en el fuerte, el tiempo que duró el asedio muy mucha gente, y entre ellos Capitanes y Oficiales de todas naciones muy valientes y animosos, que por no saber sus nombres los dejo de nombrar.

Este pelotón de voluntarios se portó bizarramente en la sangrienta jornada de Jemmaques, donde el general Dumouriez se cubrió de gloria.

Eligió despues la ciudad por capitan á Domingo de Irala, que habia gobernado antes, y era muy amado de los soldados, que aprobaron la eleccion; excepto algunos de los parientes y familiares de Alvar Nuñez, de que no se hizo caso. Entonces estaba yo con hidropesia, que fué lo que saqué de la jornada á Urtuesa, y de 80 que enfermaron, solo 30 sanaron.

Estas fueron siete galeras y cuatro galeotas; del resto se perdieron de 28 hasta 30 galeras de cristianos, entre las cuales se perdió la Capitana de Sicilia, donde se halló D. Gastón de la Cerda, hijo segundo de Su Excelencia, y D. Berenguer de Requesens, Capitán general de las dichas galeras de Sicilia; D. Juan de Cardona, su yerno, y otros muchos gentiles-hombres de casa de Su Excelencia, y una señora dueña, la cual tenía cargo de tener cuenta del dicho D. Gastón, y por este efecto se hallaron en la dicha jornada sus personas y sus galeras y sus hijos.

Sea como fuere, las mejillas de la pareja del coronel conservaron el rubor virginal y la timidez consiguiente hasta que ambos llegaron al término de su jornada.

Llegamos á Wight, puerto de Inglaterra, sin árboles, timones, ni otra cosa que pudiese servirnos en la navegacion; de modo que si hubiera durado la jornada pocos dias mas, ninguna de las 24 naves se hubiera salvado.

De repente, y como para cerrar con broche de oro la jornada, el general Mendieta ordenó que las fuerzas del capitán Castillo, dando un rodeo, fueran á ocupar una posición situada á nuestra derecha, es decir, á la izquierda de los rebeldes, y precisamente hacia el sitio que estos intentaban ocupar.

Antón Francesco Cirni Corso formó lista de las personas principales que sucumbieron en la triste jornada de los Gelves.

Tomó el infante esta jornada á su cargo por servir al rey solamente, él se la encargó, con palabra, de que no se casaria en Francia sin su consentimiento, y que gobernaria aquellos estados en su nombre. Tanta estimacion se hizo de aquellas armas cuando las vieron superiores á las del imperio, que no las quisieron apartar de su obediencia los reyes, aunque fuese para un infante de su misma casa.