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13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará aparecer. 14 Escucha esto, Job: Repósate, y considera las maravillas de Dios. 15 ¿Supiste por ventura, cuando Dios las ponía en concierto, y hacía levantar la luz de su nube? 16 ¿Has conocido por ventura las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?

Este conocimiento del Pueblo Hebreo se manifestó despues mas claramente por los Profetas, y aun antes por lo que dice JOB; bien que su total luz se reservaba para Jesu-Christo, que como hijo de Dios, puso en claro el Reyno de los Cielos, entendido con algunas sombras por los antiguos Judíos, é ignorado enteramente de los Filósofos.

Acercándose a la historia, llegan estos románticos a la vida; pero en su pesquisa de la veracidad y el documento se apartan siempre, con aprensivo ademán, del estercolero de Job en donde Zola prospera y se solaza.

Don Salvador, en todos estos paseos campestres, llevaba siempre un libro. Se sentaron a descansar a la sombra de un almendro, y a la caída de la tarde regresaron al pueblo. Ya cerca de casa, don Salvador echó de menos el libro. ¡Ah! exclamó, me he dejado al pie del árbol mi precioso ejemplar de El libro de Job, parafraseado en verso por Fray Luís de León.

16 y olvidarás tu trabajo, y te acordarás de él como de aguas que pasaron; 18 y confiarás, que habrá esperanza; y cavarás, y dormirás seguro; 1 Y respondió Job, y dijo: 6 Las tiendas de los ladrones están en paz; y los que provocan a Dios, y los que traen dioses en sus manos viven seguros.

14 Ahora bien, Job no dirigió a sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones. 15 Se espantaron, no respondieron más; se les fueron las hablas. 16 Y yo esperé, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más. 17 Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi opinión. 18 Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu de mi corazón me constriñe.

24 y tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir. 25 Y el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata a montones. 26 Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro. 27 Orarás a él, y él te oirá; y pagarás tus promesas. 28 Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá luz. 1 Y respondió Job, y dijo:

, señor... Yo, como nací labrador, no puedo estar preso en el Hospital. Si no veo los campos y los caminos, muérome de tristeza. El Hospital es como una cárcel, y allí encerrado moríame de pena... No me mata este mal tan triste, y matábame el no ver las eras, y los viñedos y los castañares. ¡Ya amanece!... Job, si puedes andar, ven conmigo.... ¡Vamos, Carmelo!

Y se lo hizo leer. Y entre Kempis y la Regenta, y el calor que empezaba a molestarle, y la prohibición de los baños le quitaron el humor al digno magistrado. Ya no leía, al dormirse, a Calderón, sino a Job y al dichoso Kempis. «¡Vaya unas cosas que decía aquel demonche de fraile o lo que fuese! No, y lo que es razón tenía, es claro; el mundo, bien mirado, era un montón de escorias.

«¿Pero y los gatillos, que es lo que hace más falta? dijo la dama amoscándose . Hombre de Dios, usted se va a condenar por tantos embustes como dice. ¿No me prometió que estarían por ayer? ¿Qué palabras son esas? Vaya, que ni Job tendría paciencia para aguantarle a usted. Están parados los carpinteros de armar, por causa de esa santa pachorra. No me extraña que esté usted tan gordo, Sr.