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17 porque el gran día de su ira es venido, ¿y quién podrá estar delante de él? 1 Y después de estas cosas vi cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

¿Y me lo dice usted a ? exclamó la banquera con enérgica ira . ¿Pues no saben ustedes lo de Matapuerca?... ¡Ay, por Dios, señora! la interrumpió Currita con toda su aristocrática impertinencia . ¿No podría ser Mata... cualquiera otra cosa?

Cierta noche tuvo éxito prodigioso un muchachuelo al manifestar que Clementina, según datos irrecusables, gastaba pantalones de franela a raíz de la carne. Algunos de estos dichos llegaban a oídos de la interesada y la hacían empalidecer de ira, amargaban extremadamente su agitada existencia. El pleito era ya para ella una lucha personal con la Amparo.

11 El sol y la luna se pararon en su estancia; a la luz de tus saetas anduvieron, y al resplandor de tu fulgente lanza. 12 Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste los gentiles. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, desnudando el cimiento hasta el cuello. Selah. 15 Hiciste camino en el mar a tus caballos, por montón de grandes aguas.

31 Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el fuego de mi ira los consumí; torné el camino de ellos sobre su cabeza, dijo el Señor DIOS. 1 Y vino Palabra del SE

Pero al fin, señorito, ¡aquí le manda Primitivo! Bah.... A Primitivo le puedo yo dar tres docenas de puntapiés, si se me hinchan las narices, sin que el juez me venga a empapelar.... No lo hago; pero duermo tranquilo con la seguridad de que lo haría si quisiese. ¿Cree usted que Sabel irá a quejarse a la justicia de los culatazos de hoy? Esta lógica de la barbarie confundía a Julián.

¿Cómo que no? ¿Por qué? Con mi oficio, ¿cómo quiere usted que yo vaya a la iglesia? Pero irá usted a confesar. No. Las respuestas eran bien claras. Iluminada por la luz eléctrica, la testigo parecía de mejor color y más joven, acaso también a causa de la emoción. A cada una de las respuestas, el público se miraba, divertido, risueño.

8 Con [un] poco de ira escondí mi rostro de ti por [un] momento; mas con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo tu Redentor, el SE

Segundo lunes. Hermoso día, pero el piso demasiado húmedo. Don Juan piensa: «No irá», y se queda en casa leyendo. Cristeta sale. Al fin mujer. Paseo en balde. Luego, noche de insomnio pensando: «¿Estará maloMartes. Sol esplendoroso, piso seco, ambiente primaveral. Casi al mismo tiempo llegan ambos espoleados por la impaciencia.

En aquellas cartas que rasgaba, lloraba, gemía, imprecaba, deprecaba, rugía, arrullaba; unas veces parecían aquellos regueros tortuosos y estrechos de tinta fina, la cloaca de las inmundicias que tenía el Magistral en el alma: la soberbia, la ira, la lascivia engañada y sofocada y provocada, salían a borbotones, como podredumbre líquida y espesa.