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El invento de la coraza vaporosa hecho por los hombres les ha servido para poder utilizar las armas antiguas; pero estas armas son viejísimas, y aunque las ha conservado mucho la limpieza de los museos, estallan y revientan frecuentemente, por no poder resistir su ancianidad las funciones ordinarias de la juventud.

Terrible y triste cosa me parece escribir lo que no ha de ser leído; empero más ardua empresa se me figura a , inocente que soy, leer lo que no se ha escrito. ¡Mal haya, amén, quien inventó el escribir! Dale con la civilización, y vuelta con la ilustración. ¡Mal haya, amén, tanto achaque para emborronar papel! A bien, Andrés mío, que aquí no pecamos de ese exceso.

Trocada así en piedad la cólera, Juanita hizo esfuerzos de imaginación, y entre cándida y maliciosa inventó desatinos para disimular o explicar su triunfo. No te aflijas dijo . Lo que te pasa le hubiera pasado a un jayán: al propio Goliat.

Bonito dibujo. ¡Cómo se le quedaría la cabeza al que lo inventó!... Y aquí hay una pequeña mancha... Creo que si me pusiera a mirar la luz, me dormiría más pronto, Vuelta otra vez». Miró la luz puesta sobre la mesa central, grande, redonda y cubierta con rico tapete. La lámpara era de aceite, compuesta de dos candilones de bronce unidos por un vástago.

Me ven tocios los días tocar el piano con mano firme, y podrían creer que invento una escapada para librarme de la tizona de Maurescamp, que tira muy bien. Pero si podéis obtener la pistola, por medio de algún argumento honorable, sería muy conveniente para

Distraído siempre el buen señor, trituraba de continuo lo que cogía al alcance de sus dedos de espárrago, y a estos destrozos sin cuento de muebles y cachivaches debía el apodo de el Ciclón Literario. Riéronse todos; y la salida del académico, que no era otra sino el informe de Guillotín a la Asamblea francesa sobre su terrible invento, vino a aclarar algo la sombría atmósfera.

Completaban su tocado el lindo adorno que ella inventó y al que dio su nombre de guerra, llamándole La Caramba, y una mantilla blanca de preciosa y ligera blonda de Almagro. De repente se obscureció el cielo; se levantó terrible tempestad; el aire silbaba y formaba remolinos; deslumbraban los relámpagos, y los truenos espantosos ensordecían y aterraban.

Y desde aquel día, para él fueron las golosinas, los regalitos de imágenes y medallas y las caricias que el viejo santurrón escatimaba a sus hijos. ¡Lo que se dijo en el barrio, se repitió, se inventó y se propaló a los cuatro vientos!

No lo invento yo; lo canta una escritura de juros que tengo en mi casa. Por eso le he dicho ayer a nuestro pariente Ramón Trujillo... ya sabéis que me le han hecho conde... le he dicho que adopte por escudo un frontil y una jáquima con un letrero que diga: Pertenecí a Babieca...». ii

Por este motivo, el más enorme de los pueblos americanos es y será siempre el primer productor cinematográfico de la tierra. Francia, que inventó la cinematografía, figura actualmente como una simple importadora de films facturados desde Nueva York. El cinematógrafo ocupa en los Estados Unidos el quinto lugar entre los productos nacionales.