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«Si pensaría Quintanar que una mujer es de hierro y puede resistir, sin caer en la tentación, manías de un marido que inventa máquinas absurdas para magullar los brazos de su esposa. Su marido era botánico, ornitólogo, floricultor, arboricultor, cazador, crítico de comedias, cómico, jurisconsulto; todo menos un marido. Quería más a Frígilis que a su mujer. ¿Y quién era Frígilis?

Pero este dice que quiere ser célebre, aunque para ello tenga que hacer una barbaridad. Hombre, hombre, ¿ quieres dar golpe? Valiente papamoscas. Pues dalo, hombre, dalo. No te faltará ocasión, cuando se grite «abajo la tiranía», pórtate bien. Inventa cualquier cosa, aunque sea una barbaridad, como dices. Puede que no lo sea.

La medicina, en el fondo, es una retórica científica, el arte de poner palabras nuevas a enfermedades viejas. Y en tal sentido da gusto oir a Pulido. Está al cabo de todas las palabras nuevas que inventa la ciencia. Antiguamente la medicina se limitaba al conocimiento de algunas yerbas para curar heridas y contener la efusión de sangre.

El divino Miguel Sánchez, ¿Quién no sabe lo que inventa, Las coplas tan milagrosas, Sentenciosas y discretas Que compone de contino, La propiedad grande de ellas, Y el decir bien de ellas todos, Que aquesta es mayor grandeza? El jurado de Toledo, Digno de memoria eterna, Con callar está alabado, Porque yo no aunque quiera.

El sesudo Mentor terminaba con protectora solicitud y paternal indulgencia: «Tu ligereza ha sido grande; pero inventa una disculpa, apresúrate a venir y trataremos de arreglarlo».

Para llegar a este fin tiene, por último, sobre la clara visión del mundo real y de la sociedad en que vive, la poderosa imaginación y el arte conveniente con que inventa los hechos, lances y conflictos, y los agrupa y ordena moviéndolos a un propósito determinado.

Claro está que el Sr. Muñoz y Pabón nada inventa de indecoroso ni de ofensivo, como, por ejemplo, lo que alguien ha pretendido probar recientemente en Alemania, de que Cristo estuvo estudiando en cierto colegio o Instituto de no recuerdo bien qué ciudad de la India; pero todavía, a pesar de lo inocente y católico de lo inventado por el Sr.

El novato le admira, le escucha embobado y se cuida muy bien de ponerse á la izquierda. Tadeo, ¡¡amigo de magistrados y gobernadores!! Y Tadeo le nombra todas las personas que llegan y, cuando no las conoce, inventa apellidos, historias y da curiosos detalles.

Aún vivían las familias de los catorce ó quince millones de seres que habían muerto á causa de sus guerras y sus ambiciones. Luego, con el transcurso de los años, el vulgo, que necesita para vivir el culto de los héroes y cuando no los tiene los inventa, ha glorificado á Eulame, convirtiendo sus matanzas en hazañas gloriosas y dando un carácter casi divino á su recuerdo.

El uno expresa lo que piensa con claridad, con sencillez, en un lenguaje que todo el mundo entiende y no puede menos de entender; y el otro para hacer como que inventa, para no manifestarse discípulo de nadie, se envuelve en una nube misteriosa, rodeada de tinieblas, y desde allí con voz ahuecada pronuncia sus oráculos.