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Después le confirmé mis ya declarados intentos de emprender en el próximo verano las convenidas reformas en el interior de la casa, y le encargué del acopio de las primeras materias y de buscarme obreros competentes para ello... Yo enviaría de Madrid, y aun traería conmigo «cuando volviera», lo que no podía hallarse en Tablanca ni en sus inmediaciones, para dar la última mano a una labor que tanto me interesaba.

Sépase, empero, que el tipo general y genuino, el arquetipo, el dechado, no es alto y recio como el de la hermosa cariátide vascongada, por ejemplo; ni fresco y amplio como el de las mujeres de Rubens; ni pequeño y pardo como el de las hijas del interior de España: sépase también que las bellas están en Granada en mayoría, y sépase, en fin, que casi todas tienen poco hueso, pie diminuto, provocativo talle, la color algo quebrada, rasgados ojos obscuros y sus indispensables interesantísimas ojeras.

Le apretó la diestra, hizo un signo de adiós, y bajando la cabeza espoleó á su caballo, perdiéndose en la noche, que empezaba á nacer. Marchó Watson hacia el pueblo, sintiendo en su interior la comezón de una conciencia que empieza á perder su tranquilidad.

¡Si todos fueran como usted! decía don Raimundo guardando enternecido los billetes en el bolsillo interior de su levitón; se está poniendo la plaza de tal modo, que no sabe uno ya con quién trata. Ya tendrá usted sus quebraderos de cabeza insinuó Jacinto, y qué gastar muchas botas y cansar mucho las piernas.

Bonis tuvo que sentarse en una silla, porque en la cama de su mujer no se atrevió a hacerlo. ¡Dios mío, en el mundo no hay felicidad posible! Esta noche, que yo pensé que iba a ser de imágenes alegres, de dicha interior toda ella.... ¡qué horrible tormento me ofrece! ¡Arruinado mi hijo! ¡Y arruinado por culpa mía!

Sinembargo, en su interior, aparte de algunos curiosos pormenores, Lucerna no corresponde á sus apariencias ni á la idea que su reputacion le hace concebir de antemano al viajero. La fachada no coincide en nada con é interior de la ciudad.

Y soy un ladrón, no cabe duda, un ladrón.... , pero ladrón por amor». Esta frase interior también le satisfizo y tranquilizó un poco. «¡Ladrón por amor!». Estaba muy bien pensado. Llegó al portal de la casa del escribano. «¿Subiría?

Los pigmeos la habían dejado vacía después de llevarse las seis columnas de hierba prensada, obscura y picante que contenía su interior, tan altas como sus cuerpos. Esta caja iba á ser el féretro de la dulce Popito. Empezaba á ponerse el sol, cuando Gillespie pasó á la popa con la cajita en su diestra.

La influencia del ambiente interior es análoga a la del ambiente exterior, y las monstruosidades imaginarias producen los mismos efectos que las reales, aunque en menor escala, variando también con el temperamento y la educación del sujeto que se las representa, las ve, las sabe o las oye referir.

Kant, se fijaba en el sujeto, pero sin destruir la objetividad en el mundo interior; y por esto su filosofía, si bien contiene muchos errores, ofrece al entendimiento algunos puntos luminosos; pero fué mas allá, se colocó en el yo, no sirviéndose de la objetividad sino en cuanto le era necesaria para establecerse mas hondamente en un simple hecho de conciencia; así no encontró mas que regiones tenebrosas ó contradicciones.