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aquí, en fin, el estado habitual del moral: debilidad de las facultades intelectuales, indiferencia profunda, temores pueriles, alucinaciones de los sentidos, como si el alma estuviera aislada é independiente del cuerpo; hay frecuentemente mal humor, desaliento, y una tristeza que se eleva hasta la hipocondría. Pero en el fondo hay siempre una falta de voluntad y de inteligencia.

La accion prolongada de esta sustancia en el organismo presenta alguna analogía con el estado de las personas en que predomina el elemento nervioso de la vida de relacion, no precisamente por la nerviosidad, ó el temperamento nervioso, sino por el desarrollo de la accion nerviosa cerebral modificada, ó exaltada por la cultura del espíritu y su aplicacion á los trabajos intelectuales.

El juez, que había recobrado su autoridad y que no había cesado de desplegar su talento en la conversación, vuelto hacia nosotros y de espaldas al fuego, nos dirigió la palabra, como a un jurado imaginario, del modo siguiente: Ciertamente que nuestro distinguido amigo aquí presente, se encuentra en aquella disposición descripta por Shakespeare, como la de la marchita y amarilla hoja, o bien ha sufrido algún percance que abatió de un modo prematuro sus facultades físicas e intelectuales.

Suprimid la poesía, y las relaciones del hombre con la naturaleza quedan interrumpidas, mientras que nuestras facultades, funcionando aisladamente como en sueños, jamás producirán ese acorde sublime que es el resultado de la imágen, del sonido, del movimiento y de la abstraccion; que son las cuatro grandes manifestaciones de la vida, los cuatro principios constitutivos de las bellas artes, los cuatro elementos de cuya combinacion se forman todos los productos intelectuales, y que la poesía es la única que condensa y reduce á una sola fórmula.

Por sus efectos morales, intelectuales y económicos sobre las sociedades, todas son desastrosas en diferente medida, según la historia y la estadística, que los creyentes no pueden entender, y que los estadistas deben tomar en cuenta, si realmente les interesa el porvenir de su país. "Una religión es una causa de debilidad para un país", ha dicho el marqués Ito.

Ha bastado dijo el orador que un pobre pedante que enseña en nuestra Universidad la inútil lengua de los Hombres-Montañas, la cual de nada puede servirnos; ha bastado, repito, que descubriese en un bolsillo del tal gigante un libro del tamaño de cualquiera de nosotros, con unos versos disparatados, propios de su enorme animalidad, para que todos los falsos intelectuales que dominan nuestra organización universitaria, y son retribuidos exageradamente por el gobierno, viesen una ocasión de afirmar su influencia protegiendo á este colosal intruso como un compañero de letras.

No por esto desistió de su intento el señor López, pues Colón ofrecia un nuevo mundo y con la misma indiferencia glacial fueron recibidas sus teorías en las altas esferas; y del mismo modo que Colón volvió su mirada á la Iglesia, siempre patrocinadora de toda idea noble y elevada y fué oido é hizo que prosperaran sus afirmaciones, por la intervención y apoyo de un humilde religioso; así este señor recordó que en el mes de Mayo del mismo año, un sacerdote sevillano se había dirigido á él, como Director de la estación Sericícola que el estado tiene establecida en Murcia, en atenta carta, haciéndole algunas consultas y pidiéndole instrucciones acerca de la industria sedera y en especial de la cria del gusano productor de la seda, y acudió á él, como náufrago á tabla de salvación, y éste humilde clérigo, y por lo tanto «clerical, retrógado, oscurantista y medio evalcomo lo llaman los «intelectualesprestó atención á sus deseos, expresados con tal entusiasmo y con tal profusión de datos prácticos, encaminados á probar sus observaciones, que rendido á la evidencia, con las cortas nociones que de la industria tenia, hizo suyo el pensamiento y, desde luego, le indicó los medios con que se podía contar en la región para hacer práctica su propaganda.

El uso de la misma pues, entra en el órden conocido y querido por Dios; al querer esto queremos lo que Dios quiere; amamos este órden que Dios amaba desde toda la eternidad, como una realizacion de sus soberanos designios; por el contrario, si la criatura no perfecciona sus facultades intelectuales, y en uso de su libertad las deja sin ejercicio, se aparta del órden establecido por Dios; no quiere lo que Dios quiere, no ama lo que Dios ama.

París desarrolla ese ambiente peculiar de los grandes centros de actividad, sobre todo en el orden de las actividades intelectuales; y, a poco que me mezclara en el movimiento de los hechos, era lógico que no rehusara vivir en aquella atmósfera. En cuanto a la vida de París, tal como Oliverio la entendía, no me hacía ilusiones y no la consideraba como un socorro.

Era el encargado de vengar a todos aquellos ilustres culoteadores de pipas, de las altas dotes intelectuales que toda España reconocía en Peñalver. Al llegar los postres levantóse a brindar Escosura. A éste le respetaban algo más los salvajes por su corpulencia, por su carácter fogoso y sobre todo por su dinero. Presumía de orador tribunicio.