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Animado por la risa de sus compañeros, que le contemplaban, hacía lo posible por burlarse del filósofo, tuteándole en voz alta, guiñando el ojo a sus amigos cada vez que profería una cuchufleta, abusando, en fin, groseramente del carácter benévolo y la inocencia del insigne pensador.

Respondía con la misma sonrisa protectora a cuanto se le manifestaba, y repetía sin cesar frases de agradecimiento y amistad. Convencido al fin de que era inútil insistir, el insigne cuanto atribulado don Rosendo, fué con el mismo Duque y su secretario a ver las habitaciones de la fonda de la Estrella, la única decente que había en la villa. Alquilaron todo el piso principal.

Guillermina hacía camisolas, calzones y chambritas para sus ciento y pico de hijos de ambos sexos. Lo referente a esta insigne dama lo sabe mejor que nadie Zalamero, que está casado con una de las chicas de Ruiz-Ochoa.

Este juicio de que Ariston es hombre de bien porque tiene buen rostro, porque habla con modo, &c. suele ser falsísimo, y muchas veces con estas circunstancias se halla un ladron insigne. La razon dicta, que para afirmar seguramente que Ariston es hombre bueno, sepamos que es virtuoso, porque, como hemos dicho, no puede serlo de otra forma.

Pero veamos cómo el padre Juan de la Concepción describe la llegada á Mindanao de las distintas expediciones, hasta que el insigne Miguel López de Legazpy consolidó la dominación de España en las Filipinas ó islas de los Luzones, como las llamaban los naturales.

¿Qué es lo que tiene? exclamó Florentina con ardor . D. Teodoro, no es usted hombre si no la salva.... Si no la salva usted es usted un charlatán. La insigne joven parecía colérica en fuerza de ser caritativa. ¡Nela! repitió Pablo, traspasado de dolor y no repuesto del asombro que le había producido la vista de su lazarillo . Parece que me tienes miedo. ¿Qué te he hecho yo?

"Esta costumbre, a mi parecer justa y santa, puso el cetro del reino en las manos de Policarpo, varón insigne y famoso, así en las armas como en las letras, el cual tenía cuando vino a ser rey dos hijas de extremada belleza, la mayor llamada Policarpa y la menor Sinforosa; no tenían madre, que no les hizo falta cuando murió sino en la compañía: que sus virtudes y agradables costumbres eran ayas de mismas, dando maravilloso ejemplo a todo el reino.

Ya principia a venir gente. Aquí está Quintana. También vienen Beña y D. Pablo de Xérica. Quintana saludó a mis dos amigas. Yo le había visto y oído hablar en Madrid en las tertulias de las librerías, pero sin tener hasta entonces el placer de tratar a poeta tan insigne.

Hacer hablar con propiedad á un rudo gañán, describir con exactitud las costumbres de un país no basta para merecer el nombre de insigne novelista. Los griegos se reían de los pintores de bodegones.

Después de esta breve conferencia no se disiparon las confesiones ni se calmaron las ansias del insigne Cordero, antes bien, se dio a cavilar más en el silencio de la noche, buscando entre sus recuerdos alguna sentencia del ginebrino que iluminase un poco sus tenebrosos pensamientos; pero Juan Jacobo no decía nada, y hasta de su querido filósofo y consejero se vio desamparado en tan tristes horas el hombre más bondadoso que por aquellos tiempos existía en el mundo.