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No era que le mortificase lo más mínimo en su amor propio: estaba resuelto a padecer por Dios con alegría toda clase de martirios, cuanto más una injuria. Lo que temía era tener que renunciar a una empresa tan noble y gloriosa. Poco a poco llegó a convencerse de que el mismo Dios se la encomendaba especialmente, que ésta era la tarea principal que le había impuesto al enviarlo a Peñascosa.

También Blanca y el viejo Lope de Urrea acuden presurosos á la cárcel; sordos gemidos y lamentos salen de ésta; las puertas se abren, y se ve á Don Lope estrangulado, y teniendo en sus manos un papel con la sentencia siguiente: Quien al que tuvo por padre Ofende, agravia é injuria, Muera, y véale morir Quien un limpio honor deslustra, Para que llore su muerte También quien de engaños usa, Juntando de tres delitos Las tres justicias en una.

Ella quiere descargarse De la culpa, que le es puesta, Y en este caso allanarse, Y por razones mostrarse Quan con razón los molesta. Y así sepan los mortales, Que sintiendo ella esta injuria Haze cortes generales, Con trompetas y atabales Se van pregonando á furia.

Sospechaban los criados antiguos de la casa, que era hijo de la hermana del señor baron, y de un honrado hidalgo, vecino suyo, con quien jamas consintió en casarse la doncella, visto que no podia probar arriba de setenta y un quarteles, porque la injuria de los tiempos habia acabado con el resto de su árbol genealógico.

D. César replicó el capitán sonriendo tenía que vengar con esta aparente injuria otra nada aparente que vuestra merced me hizo hace diez años, cuando me sorprendió en este mismo sitio en dulces coloquios con mi señora doña Eulalia, que aún no había cumplido quince años. Yo era entonces un rapazuelo de dieciséis, y vuesa merced me arrojó de aquí a empellones nada paternales.

No obstante, cuando la injuria es despreciable, y el ofensor pobre, se contenta el ofendido, con solo castigarle en las espaldas con sus bolas de piedra. Si el ofensor es poderoso, le dejan, á menos que el cacique no medie, y le obligue á dar satisfaccion.

De aquellas once mil, una cabeza Los ingleses tambien en aquel dia A mal echaron! ¡Santa y rica pieza! ¿Quien duda á Dios la Virgen le diría, "La injuria á vos, Señor, bien se endereza, Y contra vos el mal se cometía, Pues sois para vengarla poderoso, Destruya vuestra diestra al flagicioso."

Hubiera podido, hubiera debido dar explicaciones, rebatir la terrible acusación de la marquesa; los ojos de Clara se las demandaban con insistencia; pero la innata y fiera altivez de su naturaleza le cerraba los labios. Suponer que él era capaz de dejarse abofetear con el objeto de tener facultad para elegir armas era una injuria que su esposa no tenía derecho siquiera a imaginar.

Fué luego á visitar los enfermos y con extremo dolor suyo vió morir á su vista una mujer, sin tener tiempo para administrarle el santo bautismo; leyó sobre todos el Evangelio Super ægros; mas Dios quiso diferir algún tanto el favor para que la gente tuviese en mayor aprecio y veneración su santa ley, y por ella á su ministro, y así fueron mejorando poco á poco los apestados; y entonces ordenó el santo varón que por las tardes se juntasen todos en la plaza; allí, desde un lugar eminente, les explicó la verdadera causa de aquel accidente; que no era él la causa por ser hombre flaco y miserable, y de ningún poder como ellos, sino sólo Dios del cielo, á quien él servía, que había tomado á su cuenta la venganza de la injuria que á él le habían hecho; que por tanto se quejasen de mismo, que á él le pesaba mucho de aquel mal.

Además, hay otro recurso de éxito seguro. Cuando no se sabe qué decir de un enemigo político, ó cuando se recibe el encargo de insultar á alguien que ha pintado el país tal como es, se emplea siempre la misma injuria: «Vendido al pérfido oro yanqui.» ¡Y qué inagotable resulta el tal oro! Todos los días hay alguien que se vende á él por enormes cantidades.