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La razon se explica fácilmente: son dos pueblos antípodas en todo: hábitos, antecedentes, carácter, modo de vivir, todo diferente, todo distinto: esto en cuanto á los extranjeros en general: yo de decir que aunque en Lóndres recorrí y gusté cuantos placeres ofrece la capital, aunque viví en una buena casa, y estuve constantemente obsequiado, salí de su recinto no con pena, como me sucede al abandonar Paris, sino sin trabajo: contento, , muy contento, de haber visitado la curiosa capital de los ingleses, satisfecho del viaje que juzgo necesario para el que quiere estudiar la sociedad inglesa, pero sin el sentimiento mas pequeño, sin violencia alguna.

Entre la tripulación había ingleses, franceses y españoles; pero el núcleo mayor lo formaban los holandeses y los portugueses. En conjunto, seríamos cuarenta. Los marineros dormían en las tarimas del sollado, y cuando hacia calor, ponían las hamacas en la cubierta.

Liette dejó ver una sonrisa de aprobación; le gustaba la delicadeza del joven y la elogiaba. Raúl dejó a las dos señoras en la «Brecha de los Ingleses» y les pidió permiso para ir a mudarse de traje mientras ellas oían la música, prometiendo venir a buscarlas a las cinco para ir a acompañarlas a su casa.

Allí hubo estudiantes de todas las naciones, y muy principalmente ingleses é irlandeses católicos, después que abrazó la Reforma Enrique VIII. De esta última tierra no falta aún en Salamanca un contingente fijo de escolares, como veremos después al hablar del Colegio de Irlandeses.

Tres cosas le indignaban: 1.ª Que los ingleses no nos devolvieran Gibraltar. 2.ª Que los ministros tuvieran treinta mil reales de cesantía. 3.ª Que no se hubiera levantado un monumento a Méndez Núñez.

Padre mío, dijo la joven mientras ayudaba al anciano á sentarse en cómoda poltrona, olvidáis que estos buenos señores que nos han protegido son también ingleses.... ¡Mil perdones! Pero ¡quién lo dijera! Mirad, señores míos, estas obras de arte que aquí tengo; quizás os interesen, aunque entiendo que allá en vuestra isla no se conoce más arte que el de la guerra.

Los ingleses también perdieron algunos de sus fuertes navíos, y no pocos de sus oficiales generales compartieron el glorioso fin del almirante Nelson. En cuanto a los franceses, no es necesario decir que tuvieron tantas pérdidas como nosotros.

Los ingleses, como sucede en todos los sitios, vehículos y líneas de excursion, estaban en mayoría, representados principalmente por una media docena de young ladies robustas, rubias, rosadas y vestidas caprichosamente.

Si es de gente gascona el decir en alta voz lo que piensan, tampoco falta quien tache á los ingleses de fríos y taciturnos. Pero ya lo habéis oído, señores de Gascuña; los mismos que acaban de tener con vosotros una querella pueril os reconocen el valor y las dotes de todo honrado caballero. Captal, Clisón, Pomers, Briquet, cuento con vuestra palabra.

Tenía una manera tan cómica de llamarme: "Milord"... Porque sepa usted, Marenval, que nadie quitará de la cabeza á las autoridades coloniales que han sido los ingleses los que han dado el golpe. Ha tomado usted todas las precauciones para que sea así. ¿Pero qué le sucederá á nuestro marinero?