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dijo con tono decidido ; era mi mejor amigo. Mi amigo de la infancia. Yo soy su madre. Me da gusto oírle a usted hablar así de mi pobre Sacha. Permítame usted que le hable un poco. Pomerantzev se imaginó que él era el doctor Chevirev, que escuchaba las quejas de los enfermos. Adoptando una actitud grave, atenta y suplicante, respondió con mucha cortesía: ¡Estoy a sus órdenes!

El pasado, duro y cruel, la infancia del hombre, apenas despojada de su primitiva animalidad, acampaba a las puertas de una villa moderna. Zaratustra procuraba retener al joven. Le era doloroso privarse de una charla en la que podía lucir su ciencia. ¿Ves qué sol tan hermoso? dijo . Pues tendremos lluvia antes de que acabe la semana. Se mojará el Entierro de la Sardina.

Relatan cosas ocurridas hace unos meses, y parece que recitan las remotas hazañas de Marko Kralievitch, el Cid servio, que peleaba con las wilas, vampiros de los bosques, armadas de una serpiente á guisa de lanza. Estos hombres que evocan sus recuerdos en un bar de París han vivido hace unas semanas la existencia bárbara é implacable de la humanidad en su más cruel infancia.

La escena se muda á la corte de Zaragoza, en donde el infante Fernando presiente también su dicha futura por diversas señales. El Príncipe, que apenas ha salido de la infancia, se solaza justamente en un baile cuando llega la embajada de Castilla.

Liette echó una mirada de amor a un niño blanco y sonrosado que se revolcaba en la alfombra, y dijo con acento profundo: Yo también tengo un hijo. Carlos abrió la ventana y paseó su mirada un poco turbada por los lugares en que se había desarrollado su infancia.

Hoy está trabajado por la sed del oro; carece de comunicaciones, y está en la infancia del saber, porque como nueva que es en la vida pública de las naciones, necesita estudiar y crearse una historia y una literatura.

Aquel mentecato se había vuelto loco. , señor, mil reales; y no hace falta que mi mujer sepa nada; yo se los devolveré a usted mañana mismo; se trata de sacar de un apuro a un amigo de la infancia... paga segura.... Amigo de la infancia... paga segura.... No lo entiendo. Esto fue todo lo que dijo el tío administrador. ¿Cómo un amigo de la infancia de aquel pelagatos podía ser paga segura?

Otra vez repitió el dulce nombre que había iluminado su infancia con un esplendor novelesco. «¡Doña Constanza! ¡Oh, doña Constanza!...» Y se sumió en la noche definitivamente, sin una nueva visión, abrazándose á la almohada lo mismo que cuando era niño y creía dormirse teniendo entre sus brazos á la joven viuda de «Vatacio el Herético».

Sandoval que ya estaba alegre se puso á cantar: ¡Un fraile, dos frailes, tres frailes en el coooro Hacen el mismo efecto que un solo tooooro! Escuchad, hermanos; volved la vista hácia los hermosos días de vuestra infancia; tratad de examinar el presente y preguntaos el porvenir. ¿Qué teneis? ¡Frailes, frailes y frailes!

De la infancia del gran pintor nada se sabe: es de suponer que estudiase algunos años con cualquier profesor de humanidades de los muchos que por aquel tiempo había en Sevilla, mas no debió de ser muy largo este aprendizaje literario.