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La emoción con que un sacerdote místico abre el sagrario donde se guarda el Sacramento no es comparable al gozo inefable y al respeto con que D.ª Robustiana abría las puertas de aquellos grandes, vetustos armatostes de nogal, donde se guardaba la ropa blanca de la noble casa de Ramírez del Valle.

Y tercero, desagraviado Dios de sus ofensas, cometidas atrozmente contra la Magestad de su Ser Trino: contra la inefable caridad de su hijo, hecho hombre y contra la suprema autoridad de su Palabra Evangélica, con tres sacrificios aceptables; con el de justicia, que le desagravia: placavit & cessavit quassatio Psal. 105. 30.

»¡Qué dolor! ¡Qué dolor! ¡Jamás habría sospechado tantas miserias, tantos dolores! ¡Esta es la primera vez que los confío a alguien! ¡Y todavía se ríe! No quiero... »Su carta de hoy me ha hecho palpitar de contento inefable. ¡Si fuera cierto! ¡Si yo tuviera ese poder!...»

»Su padre y yo estábamos enternecidos y veíamos con lágrimas en los ojos aquella dicha inefable y ultra-terrena. ¡Allí, sólo faltaba usted, Antoñita! »No bastándole a Magdalena aquella, contemplación tranquila y reposada, me indicó que me acercase y, levantándose, se apoyó en mi brazo.

Por ti se siente Urbási capaz de los mayores sacrificios. Por seguirte lo abandonaría todo, e imitando a Savitri fiel consorte de Satyavat, acosaría sin temor a Yama, dios de la muerte, para sacarte de entre sus manos, como la sacaste a ella, y estrecharte luego apasionadamente en sus hermosos brazos. Al oír a Narada, el corazón de Morsamor latía y saltaba agitadísimo por júbilo inefable.

Tu nombre luminoso y simbólico surge en el cielo de mis noches como un incomparable guía, y por claridad inefable llevo el incienso y la mirra a la cuna de la eterna Esperanza. La influencia de Poe en el arte universal ha sido suficientemente honda y transcendente para que su nombre y su obra no sean a la continua recordados.

El término de la aspiración, la suprema bienaventuranza de religión tan extraña era romper el límite que nos separa del todo, y perdiendo tal vez la conciencia individual, hundirnos en la inmensidad de la sustancia única, acabada ya la serie de transmigraciones del alma y gozando de inefable reposo.

Todo ha concluido. ¿He hecho bien? ¿He hecho mal? ¿Por qué no experimento la dulzura inefable que dejan las resoluciones honradas? Me he vencido: mi voluntad, domando los impulsos torpes, ha preferido a la hipocresía la sinceridad. Si cuanto creí era falso, mi alma se hubiera corrompido al contacto de la mentira; si era cierto, la oración se habría manchado al pasar por los labios del impío.

Sin haber adquirido por lecturas noción alguna del verdadero arte, ni haber visto jamás sino mamarrachos, comprendía la superioridad de lo que a su vista se presentaba; y con admiración silenciosa, su vista iba de cuadro en cuadro, hallándolos todos, o casi todos, tan acabados y perfectos, que se prometió ir con frecuencia al edificio del Prado para saborear más aquel goce inefable que hasta entonces le fuera desconocido.

Era jefe de negociado en la prefectura de policía. La señora Chermidy le sirvió con sus propias manos una taza de te, al mismo tiempo que le dirigía una sonrisa inefable. Conversó largo tiempo con él, le obligó a agotar su repertorio y oyó con el mayor interés cuanto le plugo contarle.