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Y la culpa de ello está en la familia Funes, con Luis María, madre, hermanas, médicos y parientes colaterales. Porque si se concreta bien la situación, ella da lo siguiente: Hay una joven de diez y nueve años, muy bella sin duda alguna, que apenas me conoce y a quien le soy profunda y totalmente indiferente. Esto en cuanto a María Elvira.

¿Quién va? dijo con un acento breve, descuidado y ligeramente sarcástico; esto es: con un acento que parecía estar acostumbrado de tal modo á expresar el sarcasmo, que le dejaba notar hasta en la frase más indiferente. ¡Ah! ¡Dios mío! ¿si será? ¡pero no! ¡no puede ser! ¡si estaba preso! ¿Quién va? añadió con interés la condesa.

Si Miquis te es indiferente y el marqués viudito te encanta, no des a entender tu preferencia... ¡Los hombres! ¡Ah!... que se fastidien.

He sospechado un instante que Sorege había preparado esta encerrona para cogerme... Pero no; estaba tan violento como yo... Todo ha sido casual... En todo caso pienso, en un momento dado, sacar partido de la entrevista. Miss Harvey no permanecería indiferente á nuestros esfuerzos en favor de Freneuse.

Nadie miraba el reloj del comedor, que seguía indiferente marcando el curso del tiempo. Cuando sonaron las nueve, todos se sobresaltaron. Fuera del hotel la algazara iba disminuyendo. Doña Manuela hizo prometer a sus amigos que la honrarían con su visita en los dos restantes días de la Pascua, y comenzaron los preparativos de marcha. Las criadas comparecieron rojas y sudorosas.

Un adiós bastante indiferente me recordó que aquel día había hecho un favor, y que el tal favor ya había pasado. Acaso había sido yo tan necio como loco mi sobrino. No era mucho decía yo, que un joven los pidiera; ¡pero que los diera un viejo!

Poco a poco había ido adivinando, con precoz instinto, que el conde la quería más que los otros y que disimulaba. Ella también adoptaba, siguiendo el ejemplo, una actitud indiferente cuando se acercaba a él en público. Pero cuando estaban solos, entregábase con el mismo entusiasmo a las expansiones del cariño, y esto sin saber por qué, sin darse cuenta de lo que hacía.

Sin embargo, halle el hombre más indiferente una cruz humilde en medio de un desierto, en el silencio de la soledad; mire aquella cruz que le está diciendo que allí descansan las cenizas de un hermano suyo, como sus cenizas descansarán mañana en otra parte, y el hombre se destoca, palidece ó reza.

El no era indiferente para ella, no le inspiraba antipatía ni odio; de lo contrario, no serían amigos ni le permitiría las continuas visitas. ¿Amor?... Estaba seguro de que no lo sentía por él, pobre infeliz, incapaz de inspirar una pasión a una mujer como ella.

Por usted. ¡Por ! ; le he hecho á usted mucho daño... Conozco que tiene usted motivo sobrado para odiarme... y le pido perdón. ¡Bah! repuso el joven afectando tono indiferente. Yo no tengo de qué perdonar á usted.