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Comienza a soplar un Norte muy desapacible; las hojas secas, arrebatadas de los árboles, forman en el suelo ruidosos remolinos de oro. Ella se muestra más indiferente que nunca. El viento, al agitar su falda, le pega la tela a las piernas, modelando indiscretamente sus formas y dejando al descubierto los pies. Diez o doce minutos de paseo. Una turbonada; aquello se hace insoportable.

En suma, él cayó en melancolía tal, que vino a serie indiferente hasta la honrada y lícita ganancia que debía a su industria: y como los facultativos le recetasen el sano aire natal y el cambio de vida y régimen, traspasó la lonja, y con magnanimidad no indigna de un sabio antiguo, retirose a su pueblo, satisfecho con lo ya logrado, y sin que la sedienta codicia a mayor lucro le incitase.

Luego se alejó por una calle, volvió por otra, con aire indiferente, y se ocultó detrás de una esquina, procurando no perder de vista la entrada de la iglesia. Aquí resultaba tolerable su espera: no había transeuntes. La circulación del vecino bulevar permanecía invisible, como si se desarrollase en el fondo de una zanja.

El náufrago, acostumbrado antes á la tempestad, sostenido por su débil esquife, se adormía al bramar de las olas, le era indiferente que éstas le llevasen acá ó allá, estaba seguro de que un día le tragaría el mar, y estaba resignado.

Habiendo perdido la fe, no sólo en su razón, sino también en sus sentidos, la vida de nuestro clérigo se arrastraba silenciosa, indiferente, en medio de un hastío infinito. Obdulia no le había visto en los quince días siguientes a su regreso. La beata salía muy poco de casa por razones fáciles de comprender, y a la iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador.

¿Has estado ya alguna vez en Valencia? , señor; he pasado allí un mes hace algunos años. Es muy bonito aquello, ¿verdad? , muy bonito. Muchas naranjas, ¿eh? Muchas. Creo que es una población alegre. Eso no; a me ha parecido muy triste. Pues hombre, yo creía... Y tornaron a guardar silencio. Los corazones estaban apretados, y el acento indiferente de las palabras no bastaba a ocultarlo.

Púdose sin gran trabajo restañar la sangre, y se cicatrizó la herida, pero el niño, nunca más recobró la palabra. Siguió inerte, indiferente para todo, tomando como un animal el alimento que le daban. Se había vuelto idiota. Este fue un golpe terrible para la familia del molinero.

Hasta ahora no lograba comprender por qué me era tan indiferente el matrimonio y, al ver el espanto de la abuela, llegaba a creerme un ser desequilibrado. Ahora estoy tranquila. Veo muy bien que esta indiferencia que yo tomaba por una cosa anormal y alarmante no es más que el resultado de la educación que he recibido y el fruto de una evolución que todo el mundo echa de ver.

Unos decían que la india ama, que la mestiza española es indiferente y la china fría y calculadora; otros, que las mujeres en todas partes son lo mismo, y por último, después de barajarse la conversación por todos los tonos, tipos y registros, dijo uno en son profético y concluyente: Nada, caballeros, hay que desengañarse, en este país, ni las mujeres aman, ni los pájaros cantan, ni las flores huelen.

El capitán estaba desesperado, la tripulación se revolvía furiosa; el único indiferente era el nuevo piloto, a quien no importaba sin duda la ganancia gran cosa.