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La fuerza había estado igualada hasta entonces entre ambos contendientes; pero ahora Alemania traía nuevas divisiones, las del frente oriental, para dar el golpe decisivo. Faltaba de este lado otro peso equivalente ó mayor, el chorreo final que llena el vaso, lo desborda é inclina la balanza.

Levanta los hombros, inclina la cabeza, hace un gesto de inhibición, como siempre que su príncipe le da órdenes absurdas con un rostro duro que le recuerda el de la difunta princesa en sus días borrascosos. ¿Busco á don Atilio?... Ha tenido varios lances de honor; sabe lo que es eso, y podrá ayudarme. Lubimoff acepta.

Mas no se crea que sólo a lo cómico y alegre se inclina la musa del autor, aun en este libro, el más endeble de los suyos. Testimonio son de que sabe hablar en veras y herir al alma, además de alguno de los capítulos antes citados, los que terminan la última jornada, sobre todo el intitulado La vanguardia de la muerte, donde lo fácil se hermana con lo bien y hondamente sentido.

Gertrudis inclina un poco la cabeza y, alzando los ojos hacia él, murmura: ¿Sabes lo que siento? ¿Qué cosa? ¡Me parece que me llevas al cielo! Y cuando termina esa danza: Ven ligero, salgamos dice; no quiero tener que bailar con otro. Le aprieta fuertemente la mano, mientras él se abre paso por entre la multitud.

El carácter violento del joven guerrero, que no puede acomodarse á este género de vida, está trazado de mano maestra. Su madre le enseña una fórmula de cortesía propia de señoras, y él se inclina como lo hacen los soldados.

Miradle en este templo que alzó la providencia: Sobre el altar se eleva, fijando la creencia Que llena nuestras almas de espíritu inmortal. Chile es el templo inmenso: los Andes sus altares, Sus flores el incienso, sus cedros los pilares, Sus aves la armonía, su cielo el pabellon; Valparaiso el pórtico que sobre el mar se inclina, Y el sol que nos alumbra, la lámpara divina.

Gertrudis se inclina hacia adelante para quitarse el zapato; pero su mano tiembla, y se detiene fatigada. Deja que te ayude dice él. Un movimiento brusco, y el zapato salta al lado de ella, le sigue la media, y, arrastrándose hasta la orilla del río, la joven sumerge hasta el tobillo el pie desnudo en la frescura de la corriente. ¡Oh! ¡qué bien hace esto! murmura aspirando el aire profundamente.

3 Cíñete tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu hermosura. 6 Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre; vara de justicia, la vara de tu reino. 10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; y olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; 12 Y las hijas de Tiro con presente; aun los ricos del pueblo suplicarán tu favor.

Como quiera, repito que el nombre nada importa, aunque no seria difícil encontrar algun autor grave que ha dado al criterio de evidencia el título de sentido comun; lo que deseo es consignar esa ley de nuestra naturaleza que nos inclina á dar asenso á ciertas verdades, independientes de la conciencia y del raciocinio.

El ferrocarril badense, ántes de salvar el Nékar ó dirigirse á Mannheim, se inclina hácia las montañas, como si fuese á penetrar en ellas por el pintoresco valle de aquel afluente del Rin.