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Por lo mismo, y para salir de tanta incertidumbre, puso en obra al punto el pensamiento que le sugirió su recelosa sospecha. María dijo dirigiéndose a la hermosa prima , hoy es el día de tu natalicio, y ésta la hora de media noche, hora en que tantos prodigios suelen verificarse.

Dos siglos, tal vez menos; lo que tarde a cristalizar en la humanidad una nueva manifestación de su incertidumbre y su miedo ante el gran misterio de la Naturaleza. Pero la muerte es segura, indiscutible. ¿Qué religión ha sido eterna?

En tanto, la madre pensaba en él, arrancándole su recuerdo las horribles lágrimas de la incertidumbre, pues no sabía dónde estaba, ni si era vivo o muerto. Al fin lo averiguó; hizo que le escribieran, y aunque de tarde en tarde supieron uno de otro: ella le enviaba besos; él le mandó por un arriero un gran pañuelo de algodón de colores, valor de un día de jornal.

Por incertidumbre y turbación de espíritu. En su memoria flotaba una frase preñada de misterios. Cristeta le había dicho al separarse la noche anterior: «... ¡resoluciones extremas!» ¿Qué pretendería? En un segundo imaginó don Juan mil clases diversas de resoluciones extremas.

Sin embargo, había una situación peor aún; la que le esperaba cuando el vil secreto se descubriera; así es que el deseo que siempre triunfaba en él de todos los demás, era alejar al desgraciado día en que tendría que soportar las consecuencias del resentimiento violento de su padre por la herida causada al orgullo de su familia, en la que tendría que renunciar quizás a aquel bienestar y a aquella dignidad hereditaria que, al fin y al cabo, era una razón para vivir, llevando consigo la incertidumbre de que estaba proscripto para siempre de la vista y de la estima de Nancy Lammeter.

Las diversas opiniones de los autores que acabamos de citar nos dejan en una confusion y una incertidumbre, que llegan

Pero al atravesar el umbral de la casa de Dios, y detenerse entre la puerta y el cancel, y ver allá dentro, enfrente, las luces del baptisterio, una emoción religiosa, dulcísima, empapada de un misterio no exento de cierto terror vago, esfumada, ante la incertidumbre del porvenir, le había dominado hasta hacerle olvidarse de todos aquellos miserables que le rodeaban. Sólo veía a Dios y a su hijo.

593 En tamaña incertidumbre, en trance tan apurado, no podía por de contado escarparme de otra suerte, sino dando al indio muerte o quedando alli estirado. 594 Y como el tiempo pasaba y aquel asunto me urgía, viendo que él no se movía me juí medio de soslayo como a agarrarle el caballo, a ver si se me venía.

Unas veces reía de su propia credulidad, desechando como el más grande de los absurdos las palabras del moro; otras llegaba a sentir total convencimiento, y se sorprendía de no haber concebido hasta ahora ninguna sospecha en medio de tantos indicios. De pronto, el mismo horror de aquella incertidumbre, le yergue sobre los talones. Enciende la candileja.

Un hechizo maléfico parecía esterilizar los terruños, parar los molinos, los tornos, los telares, descoyuntar el brazo del menestral. Muchos no sabían ya cómo ganar el sustento y salían a hurtarlo donde lo hallasen. Se vivía en la incertidumbre del bocado; el pan se hizo una presa.