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En España, revelándose tristemente nuestro desdén o nuestra indiferencia por las producciones del propio ingenio, no se ha hecho una sola edición de La Celestina durante todo el siglo XVIII, y en el siglo XIX, que pronto terminará, sólo se han hecho cinco ediciones contándose en este número la incluida en la Biblioteca de autores españoles de Rivadeneyra, tomo III, que contiene novelitas anteriores a Cervantes.

Los obispos protestaron, hablando en pastorales y cartas de «las persecuciones de la pobre Iglesia, saqueada en sus bienes, ultrajada en sus ministros y atropellada en sus inmunidades»; pero el país despertó, gozando el único período próspero que se conoce en los tiempos modernos antes de la desamortización. Europa estaba regida entonces por reyes filósofos y Carlos III era uno de ellos.

iii Esta última queja puso al señorito de Santa Cruz un tanto pensativo y desconcertado. No desconocía él la situación poco airosa en que estaba ante Jacinta, cuya grandeza moral se elevaba ante sus ojos para darle la medida de su pequeñez.

Mr. Trousseau, que hace estas concesiones desde la altura de su cátedra, arroja á sus discípulos y á los prácticos una terapéutica formada de los antiguos sistemas que él ha criticado, reservándose el desden para un método superior al suyo. III. Clasificacion. Mr.

Congraciándose después todo el favor del emperador Federico III, es bastante afortunado para prestar servicios importantes á Margarita; pero mostrándose ésta todavía reservada y sin pasión hacia él, invoca en su ayuda el auxilio de la razón y del honor, y vence de esta manera las sugestiones de su amor. De una causa dos efectos.

Bartolomé de Anciso ó Enciso, que no se debe confundir con el Diego Jiménez de Enciso, mencionado en el tomo III, pág. 367. De Juan Cabeza Aragonés se conserva una primera parte de comedias: Zaragoza, 1662.

Bibliothèque de thérapeutique, t. III, p. 5 y siguientes. Véase Bouillaud; Rapport

Libro Tercero: Capítulo III: En que prosigue la misma materia, hasta dar con todos en la cárcel. Entró Merlo Díaz, hecha la pretina una sarta de búcaros y vidros, los cuales, pidiendo de beber en los tornos de las monjas, había agarrado con poco temor de Dios.

Recuerdo que una vez, estando en Palacio, me suplicaron que les mostrase cómo era una, y tuve que capear, picar y matar una silla, lo cual divirtió mucho a toda la Corte, especialmente al Rey Jorge III, quien era muy amigote mío y siempre me decía que le mandase a buscar a mi tierra aceitunas buenas. ¡Oh!, tenía mucha confianza conmigo.

A un lado se dice que estas armas consisten según van dibujadas en un león y un lobo que sostienen una filacteria en que se lee: Nunc et semper; y al otro se explica que el apellido Sarrió lo llevó por primera vez un guerrero que le prestó su caballo a Fernando III en la toma de Baeza.