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Explícate, Casilda, explícate dijo ansiosamente. ¿Estás loca o estoy yo idiota? Y misia Casilda habló, con esa incoherencia de las grandes emociones.

Si mi mujer puede creer que soy en realidad espía... ¡Qué estúpida eres! ¡Qué idiota! Vamos, ¿quieres acabar con tus insultos? protestó ella . ¡ haces las porquerías, y luego soy yo la responsable! Krilov se puso aún más furioso. ¿Qué porquerías? ¿Crees que soy espía, pues? Di: ¿soy espía, o no lo soy? ¿Como quieres que yo lo sepa? ¡Puede que !

«¡También, también me han corrompido a mi abogado! exclamó Isidora cuando se quedó sola . ¡Bien, seré mártir; que me maten de una vez, que acaben conmigo, que me lleven al cadalso!». Pasada la crisis de ira, estuvo dos días sin salir del lecho; apenas hablaba; no tenía fuerzas para nada; sentíase también algo idiota como su hermano, convaleciente de intensa fiebre.

¡Teresa! ¡Teresa!... ¡Arriba! Y del primer empujón la echó fuera de la cama. Después corrió al cuarto de los chicos, y á golpes y gritos los sacó en camisa, como un rebaño idiota y medroso que corre ante el palo, sin saber adónde va. Ya ardía el techo de su cuarto, arrojando sobre la cama un ramillete de chispas.

Poca cosa dijo Tres Pesetas, que era el más atrevido. No más que abrirle un tragaluz en la barriga pa que salgan á misa las asaúras. Vamos, marchaos á vuestras casas dijo el militar con mucha entereza: yo le defiendo. ¿Usía? , yo. Marchaos, yo respondo de él. Pues sino ize ¡viva la...! ¡viva la Constitución! exclamaron todos á la vez, menos Calleja, que se estaba riendo como un idiota.

La idiota, la cretina, me había enseñado mi deber. De modo que, en aquello que me parecía inferior á la humanidad, encontraba una benevolencia de la cual carecen muchas veces los que se tienen por grandes y por fuertes.

Lo que me pareció fácil, resulta no ya difícil, sino imposible... Para más contrariedad, delante de esa bendita y maldita mujer, me convierto en el más insípido de los colegiales. ¿Por qué es esto? Y dime otra cosa, idiota, ¿qué tiene esa mona para que de este modo te hayas embrutecido por ella?

Respondo que eso es verdad: la quiere con delirio. Y eso que es idiota... dijo doña Basilisa. , señora; lo cual demuestra que Dios hizo a los hombres naturalmente buenos, y que todos los delitos de la voluntad y fealdades de la conducta son instigados por la inteligencia rebelde y la razón soberbia. Por eso, en la doctrina cristiana se nos advierte que los pobres de espíritu verán a Dios.

Juanita volvió sola a su casa, afligidísima, descorazonada y humillada al ver cuan poco respeto infundía. Era mayor su humillación al considerar que en aquellos dos días últimos hasta el idiota de don Alvaro, a pesar de los sofiones de que había sido objeto, había vuelto a las andadas, mostrándose con ella insolente y atrevido.

No me hagas tan tonta... No de dónde ha sacado usted... Para que lo sepa de una vez: No tengo nada. Me daría si me viera en una necesidad. Me ha ofrecido... pero yo no he querido tomarlo. Iba doña Lupe a soltarle otra andanada. «Valiente turrón te ha caído, grandísima idiota.