United States or Lebanon ? Vote for the TOP Country of the Week !


A fuerza de leer todos los días unos mismos periódicos, de seguir el flujo y reflujo de la controversia política, iba penetrando en la lectora la convicción hasta los tuétanos.

Iba ataviado con mucha elegancia, la corbata anudada con abandono y el traje, de tela ligera, tan holgado como era su gusto usar la ropa, sobre todo en verano. Tenía un modo de andar tan desenvuelto, una manera tan libre de moverse, vestido de ropa flotante que en ciertos momentos, de todo en todo asemejaba un joven extranjero, inglés o americano.

La certeza de abandonar muy pronto este retiro le hizo ver con interés el interior de la torre al resplandor de una vela que acababa de encender. Su sombra, gigantescamente agrandada y vacilante por las oscilaciones de la luz, iba de un lado a otro en las blancas paredes, eclipsando los objetos que las adornaban o haciendo que brillasen el nácar de las conchas y el metal de la colgada escopeta.

Al fin, un vagabundo que iba de boliche en boliche por las diversas salitreras para robar con sus malas artes de jugador el dinero de los trabajadores, le dió noticias sobre el desaparecido, después de repasar los recuerdos de su propia vida complicada y aventurera.

Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos, y adrede, por le hacer mal y daño: si había piedras, por ellas, si lodo, por lo más alto; que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame a de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía.

La conversación se iba calentando con gran satisfacción de don Mateo que no podía ver a nadie triste a su lado.

«Todos los caminos debían florecer, Porque la hermosa novia iba a salir; Debían florecer, florecer y granar, Porque la hermosa novia iba a pasar.» ¿Cómo terminaba? No me acuerdo. ¡Ah! ¡! «Todos los caminos debían gemir, Porque la hermosa muerta iba a salir; Debían gemir, debían llorar. Porque la hermosa muerta iba a pasarLa duquesa se deshacía en lágrimas.

Los restos de su vida parecían concentrarse en sus ojos antes de huir perdiéndose en el espacio como un flúido incautivable. El príncipe iba olvidando su reciente cólera. ¡Pobre lady!... Volvió á sentir por ella ternura y respeto. Su miseria física acababa por convertir la lástima en esa admiración que inspira siempre el sacrificio desinteresado.

Como que todo Madrid iba allí a comprar agujas, y su papá se carteaba con el fabricante... Su papá recibía miles de cartas al día, y las cartas olían a hierro... como que venían de Inglaterra, donde todo es de hierro, hasta los caminos... «, hija, , mi papá me lo ha dicho. Los caminos están embaldosados de hierro, y por allí encima van los coches echando demonios».

Allí iba todo el señorío. El automóvil aceleró su marcha por las amplias calles del ensanche, desiertas á aquellas horas, y paró con violenta rapidez entre los carruajes que estaban estacionados ante la iglesia del Sagrado Corazón, una obra prodigiosa de confitería arquitectónica, en la que el blanco de las ojivas se combinaba con el color rosa de los muros.