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«Yo... bien lo sabe usted... balbució Sor Marcela , lo tenía para mi mal del estómago... coñac superior». Pero esa maldita ¿cómo...? Si esto parece... ¡Jesús me valga! Estoy horrorizada. ¿Pero cuándo...? Es muy sencillo... hágase usted cargo. Anteayer, ¡San Antonio bendito!, cuando estuvo en mi celda moviendo los trastos para coger el ratón.

Durante un momento las miradas de la multitud horrorizada se concentraron en el lúgubre milagro, mientras el ministro permanecía en pie con una expresión triunfante en el rostro, como la de un hombre que en medio de una crisis del más agudo dolor ha conseguido una victoria. Después cayó desplomado sobre el cadalso. Ester lo levantó parcialmente y le hizo reclinar la cabeza sobre su seno.

Te equivocas repuso Inés yo no he salido como ... Pero no quiero acusarte ahora, puesto que arrepentida de tu gran falta, volviste a casa de tu madre. ¿Has conocido tu error, has abierto los ojos comprendiendo el abismo de perdición en que ibas a caer, en que quizás has caído ya? No lo que me pasa exclamó Asunción apretando las manos de su amiga . Estoy horrorizada de lo que hice.

Doña Águeda misma estaba horrorizada. La sobrina permaneció ocho días encerrada en su alcoba después de aquella escena.

Somos luteranos dijo Ido sonriendo, muy satisfecho por tener ocasión de soltar aquel chiste que era viejo y había sido soltado sin número de veces. ¡Qué dice este hombre! exclamó la fundadora horrorizada. Cállate y no disparates replicó Nicanora . Yo soy lutera, vamos al decir, pinto papel de luto.

¡Juan...! ¡Cállate por Dios...! ¡Me matas...! Doña Manuela gritó horrorizada, cubriéndose el rostro con las manos. La sospecha que tanto la molestaba reaparecía en boca de su hermano. Y tan grande era su turbación, que hasta le pareció más ruidoso aquel estertor de agonía, como si el moribundo contestase afirmativamente con su fatigoso ronquido.

Tampoco quise dar parte a la autoridad de esta tentativa de asesinato de Machín; lo que hice fué contar lo ocurrido a la Cashilda y advertirle que si venía algo de fuera para Mary, no se lo diese. Ella, horrorizada, me dijo que no tuviese cuidado; si algo llegaba, ella lo detendría y me lo enviaría.

¡Se ha muerto! exclamó Fortunata sintiendo una fuerte sacudida en su alma. , a las diez y media. Parecía que estaba esperando a que llegara yo para morirse... ¡pobrecilla! Vengo horrorizada. Si yo lo , no parezco por allá. Estos cuadros no son para .

Doña Lupe hizo esfuerzos por atraer hacia su paladar, con la lengua y con los rechupidos de sus labios, lo que en el fondo del pocillo quedaba, y conseguido esto al fin, acabó así: «Con estos disparates sacrílegos estuve toda la noche en vilo, horrorizada, el estómago revuelto, y deseando que el día llegara».

Estos y todos los demás lunares que en Mesía le obligaba a descubrir de poco acá el endiablado espíritu de análisis, camino de la locura según ella, procuraba Ana convertirlos en otras tantas estrellas luminosas de pura hermosura. Si alguna vez le sobrecogía la ida de perder a don Álvaro, temblaba horrorizada, como en otro tiempo cuando temía perder a Jesús.