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Pesábales ver que se tuviese tanta cuenta con el Pedro y su hermano, pareciéndoles que fiaba más en ellos que en los demás.

Fuentes, ya cesa el llanto; verdes árboles, Ya parto a ser esposo de Jarifa, Que ya no soy su hermano Abindarráez. Sale NARVÁEZ y NU

Sentado Fray Miguel y en silencio, el Padre Ambrosio habló de esta suerte: Hermano, mi vista, que penetra y escudriña los corazones, ha penetrado en el tuyo y ha visto que está lleno de ambición, de codicia, de sed de deleites, honores y poder, y de desesperación, porque en tu mocedad no pudiste alcanzarlos, y hoy, abrumado por la vejez, no te queda ni la más leve esperanza.

Sabedor Tirso, por Millán, de la resolución que adoptó su hermano, y enterado, por Leocadia, de cuándo había de despedirse de Paz, creyó llegado el instante propicio para dar el golpe que fraguaba.

En la historia de la pintura sevillana indica Castillo un gran paso de adelanto, y puede decirse que dejó muy atrás á su hermano Agustín y aun á su sobrino Antonio, también artista.

Bien, muy bien, perfectamente bien dijo Nicolás, orgulloso de lo que creía un triunfo de su personalidad, que se imponía sólo con mostrarse . Así me gusta a la gente. ¿Y si le mando que no vuelva a ver más a mi hermano, que se escape esta noche para que cuando él vuelva mañana no la encuentre? Al oír esto, Fortunata vaciló.

No hay en los alrededores niño ni mujer que no conozca al hermano Vicente. ¡Las estampas que llevo repartidas!... Me paseo por obediencia; hablo con los pájaros, con los perros, con todas las buenas bestias de Dios que me acompañan en el camino; pero ¿dejar de pensar en las cosas santas? no puedo... ¡no puedo!... y peco por desobediencia.

Las del Colegio de Doncellas Nobles la apodaban por envidia «la sacristana de la catedral»; pero ella, la pobrecita, sólo vivía para su cadete, y parecía querer bebérselo con sus ojazos azules. El bestia de tu hermano lo dejaba entrar en su casa, muy orgulloso del honor que hacía a la familia.

¡Buena falta le hace! dice Juan con voz tierna, siguiendo a su hermano con una mirada afectuosa. Querría ahogar el sentimiento que lo atormenta y que se despierta en él a la vista de Martín. Ha llegado la tarde... La multitud está bañada por un resplandor purpurino. Un rosado crepúsculo envuelve la llanura y el bosque.

Mi hermano y yo estamos medio reñidos: es liberal, ateo, en fin, está dejado de la mano de Dios. Cuando yo llegué a Madrid a vivir con mis padres, encontré la casa en un estado... impiedad, olvido de lo más sagrado... Yo quise... No se moleste Vd. en contármelo: estoy enterada de todo. Tirso, con los ojos desmesuradamente abiertos por el asombro, preguntó: ¿Entonces?...