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Bien puede ponerse en duda que haya habido jamás clase media bastante ilustrada para competir en tino, al proteger la poesía y las demás letras humanas, con Pericles, Augusto, Mecenas, Bembo, Leon Décimo, Lorenzo el Magnífico, Luis XIV de Francia y el Duque de Weimar.

El peligro vecino alguna vez se ataja con otro mayor, y puesto que de cualquiera manera se haya de perecer, bueno es dilatarlo, y escoger el mas remoto, y el que puede dejar de ser.

No creo que haya ninguno entre ellos que quiera comprar con el precio de su sangre un dinero que se gana tan fácilmente en la Bolsa. Pero tal vez halléis alguno que por abnegación y cariño... ¿Abnegación y cariño entre estas gentes? ¡Creo que os burláis, doctor!

Si el mal no está, prosiguió Simoun, en que haya tulisanes en los montes y en el despoblado; el mal está en los tulisanes de los pueblos y de las ciudades... Como usted, añadió riendo el canónigo.

Por lo tanto, es necesario tener cuidado de no escoger las que tienen defectos. El marfil vegetal se vende a los comerciantes o exportadores de la localidad. El precio en el mercado depende de la competencia que se hagan estos exportadores y de la demanda que haya en los mercados americanos y europeos.

Y para , al nombre de Pereda van unidos inseparablemente, no Pedro Sánchez, en las barricadas ni en la oficina de un gobierno político, sino don Silvestre Seturas, en su perpetua lucha con los curiales, heredada de tres generaciones; Cafetera, trincando la estopa y sosteniendo batalla campal con Pipa y los de su cuadrilla, a la sombra veneranda del castillo de San Felipe; Juan de la Llosa, examinando gravemente la estampa de la Leona y de la Gallarda; Tremontorio, tejiendo su red o consolando a las mujeres en la rampa grande del Muelle; don Recaredo, marcados pecho y espalda por la garra de los osos inmolados en sus cacerías.... El otro Pereda será una de las esperanzas, o mejor dicho, una de las realidades de la novela contemporánea española; tendrá algo de Balzac y algo de Dickens y algo de Topffer.... Yo lo reconozco, y le admiro más que nadie, y me alegro que haya demostrado esta vez que sabe hacer una novela en todo el rigor de la frase; en suma, que puede hacer cuanto hacen otros.

No se extrañe, pues, que me haya detenido á apuntar algunos detalles que, á primera vista, parecen ociosos. Tiene esta inconsecuencia su disculpa en que las ESCENAS no se escribieron con un plan determinado ni en una sola sentada, ni son obra de la madura reflexión del filósofo, sino el fruto de los ocios de un muchacho impresionable.

Por otra parte, veo con los ojos y toco con las manos no ser posible ser el mesmo, si ya no fuese que como él tiene muchos enemigos encantadores, especialmente uno que de ordinario le persigue, no haya alguno dellos tomado su figura para dejarse vencer, por defraudarle de la fama que sus altas caballerías le tienen granjeada y adquirida por todo lo descubierto de la tierra.

Ya fuera de la habitación, noté que Federico, en lugar de dirigirse a la derecha y al puente levadizo, torció a la izquierda y sin decir palabra me hizo subir una escalera y nos hallamos en un amplio corredor del castillo. ¿Adónde vamos? pregunté. Ella ha enviado a llamarle respondió Tarlein sin mirarme. Cuando haya terminado esta entrevista, vuelva usted al puente. Allí lo esperaré.

FAGAMOS, dijeron, UNA ECLESIA TAL E TAN GRANDE, QUE EN EL MUNDO NO HAYA OTRA SU EGUAL, E QUE LOS DEL PORVENIER NOS TENGAN POR LOCOS. A la derecha de Stein se elevaba la torre redonda del Oro, cuyo nombre proviene, según algunos, de haber sido en otro tiempo depósito del oro que venía de América.